Revista Opinión

Garzòn, intentando explicar lo que a muchos les parece inexplicable

Publicado el 10 febrero 2012 por Romanas

Garzòn, intentando explicar lo que a muchos les parece inexplicable Me he cansado hasta dolerme los dedos de darle al teclado para escribir unas cuantas verdades que, a lo que veo, nadie ha leído, pero, lo que es mucho peor aún que parece que nadie tampoco haya deducido de su cotidiana propia experiencia: 1ª) ultraderecha=PP=legisladores=jueces, todos los jueces, sin ninguna excepción; 2ª) los jueces se extraen, en su mayoría, de entre su propia clase, de entre ellos mismos, quiero decir que constituyen la casta más endogámica del mundo, para ingresar en la cual sólo hay que terminar, como sea, la carrera de Derecho, aunque sea aprobando una asignatura en una universidad distinta, en aquella, cada cual, en la que es más fácil, luego, la oposición que es durísima para los extraños, es un trámite para los hijos del cuerpo;  3ª) los jueces, a través de sus padres, sus hermanos o sus hijos, promulgan las leyes sólo para proteger sus propios intereses, de tal modo que puede afirmarse con toda razón que el ordenamiento jurídico de este país, a lo peor, es el de todos los países del mundo, sólo tiene el propósito de defender los derechos de los poderosos; 4ª) o sea que el Derecho o lo que se suele llamar también la Justicia tiene como misión esencial que todo permanezca tal como está, en este sentido a mí, por lo menos, me irrita, aburre, entristece y me asombra que haya todavía gente honrada que espere algo de la Administración de justicia; 5ª) la de los jueces es también una profesión eminentemente esotérica, es decir, hunde sus fundamentos en una espiral evolutiva que tiende por su propia naturaleza a hacerse cada vez mas abstrusa y difícil de interpretar pero, al propio tiempo, más ambigua, más anfibológica, de modo que pueda siempre ser interpretada como al propio intérprete más le convenga; 6ª) pero no son las leyes escritas del llamado ordenamiento jurídico lo que hace tan peligrosa esta función para el común de los mortales, sino las leyes no escritas pero inexorables que la rigen con una estructura tan férrea que a mí me permitió saber que Garzón iba a ser condenado incluso mucho antes de que se iniciaran las causas contra él porque había infringido algunas de éstas terrible leyes primigenias de su propia profesión: A) la intangibilidad del poder auténtico ya que si se atacaba a cualquier clase de poder se instauraba un peligrosísimo precedente que podría conducir a que un día se agrediera también a su propio poder, el jurisdiccional, de modo que a)de ninguna manera podía atacarse el poder más auténtico de todos los poderes, el económico, fuente primigenia e intangible de cualquier auténtico poder, lo que situaba bajo el manto de la mayor de las intangibilidades a toda organización que, de alguna manera, proteja o encarne dicho poder, entre las cuales se encuadran los partidos políticos que tienen por objeto ocupar la cima de los llamados poderes del Estado, entre los cuales, como no, se halla el Partido Popular, PP; b)por la misma razón esencial pero con un sentido aún más combativo porque implica la defensa inmediata, sin ninguna clase de intermediarios, de los intereses específicos de la propia clase jurisdiccional, se prohibía cualquier acto que implicara lesionar no ya los derechos sino incluso las meras expectativas de las personas físicas concretas que ejercieran la jurisdicción de tal modo que actuar en contra de los intereses de cualquier clase de otro juez, sería considerado como el peor de los crímenes, de modo que Garzón era reo de muerte profesional desde que con su testimonio en la causa contra su compañero y ex-amigo Gómez de Liaño, fue decisivo en la condena de éste por ese mismo delito de prevaricación; 7ª) pero hay otra norma también no escrita, no expresa pero ferozmente exigida que veda al juez su propia publicidad, el poder tiene una exigencia consustancial a su instinto de máxima supervivencia: la ausencia de presencia, el poder ha de ejercerse del modo en que menos se perciba, siendo perfecta su actuación cuando resulte plenamente invisible, y Garzón ha buscado siempre en todas sus actuaciones el máximo de publicidad, ha buscado, a veces desesperadamente, que lo que hacía fuera aireado a los 4 vientos, porque quizá, en el fondo, su auténtica vocación fuera la política; tal vez sea por eso que haya resultado tan fácil hallar tantos jueces, en puestos tan altos, capaces de arrostrar para siempre la ignominia de haber acabado con él, a cambio del supremo placer de hacer sangre al tipo que más odiaban en el mundo; 8ª) con estas premisas qué otra conclusión podía producirse tratándose de un tipo que: A) había actuado contra un compañero de profesión siendo instrumento fundamental para su condena como prevaricador, caso Liaño; B) había iniciado una serie de actuaciones encaminadas a la condena del PP por una serie de delitos contra la llamada salud de la República como son los de financiación ilegal y venta de las concesiones administrativas para la explotación de los servicios públicos: caso Gürtel; C) pero, sobre todo, se había atrevido también a iniciar actuaciones judiciales que, de prosperar, hubieran concluido con la condena del que era fundamento esencial y próximo, inmediato, de su propio poder, el de todos ellos, como ejecutores de una justicia emanada directamente del poder franquista. Así las cosas, Garzón estaba muerto, como juez, desde el mismo momento en que cometió el 1º de los actos prohibidos por su propio estamento y esto es algo que no acabo de entender cuando defienden su inteligencia como individuo, Garzón no es, no puede ser inteligente si aceptamos de la inteligencia la definición que de ésta hacía el gran Jean Piaget como la facultad que tiene el hombre de adaptarse a sus circunstancias, ya que nuestro hombre no lo hizo nunca, quiso vivir siempre por encima de las suyas lo que le ha llevado inexorablemente adonde ahora está. Fue su biografía, por otro lado, tan clara, la que me hizo pronosticar su triste final mucho antes incluso de que siquiera se dibujara en el horizonte.

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