Revista Opinión

Garzón y Teixeira, víctimas de las mafias

Publicado el 29 enero 2012 por Romanas

Garzón y Teixeira, víctimas de las mafias (I). Estoy completamente seguro de que muchos de los que hayan leído esta serie de posts que acabo de escribir sobre la mafia piensan que o estoy totalmente equivocado o que, por lo menos, exagero. No quisiera, en modo alguno, ofenderles, pero los que están equivocados son ellos. Según el DRAL, mafia es cualquier “3. f. Grupo organizado que trata de defender sus intereses. La mafia del teatro.-4. f. P. Rico. Engaño, trampa, ardid”.De modo que cualquier organización que utilice engaño, trampa o ardid para defender sus intereses es una mafia.Lo que ocurre es que las mafias son instituciones sociales legalmente invisibles pero el hecho de que sus estatutos, sus normas de actuación no se publiquen no significa que dichas instituciones no existan.Que los jueces, por ejemplo, tienen varias instituciones u organizaciones encaminadas a defender sus intereses es no sólo normal sino incluso natural, las Francisco de Vitoria, Asociación profesional de la Magistratura y Jueces para la democracia, lo son y además están plenamente reconocidas.Pero a los jueces dichas instituciones no les parecen suficientes para defender íntegramente todos sus intereses porque hay algunos de éstos que no pueden exhibirse a la luz pública:1) la endogamia, o sea, el hecho de nutrirse a expensas de sus propias familias, es una norma que no puede admitirse legalmente porque lesiona claramente preceptos constitucionales como el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, pero es una norma no escrita que se cumple férreamente: no he visto ningún hijo de juez que haya opositado a la judicatura que se haya quedado sin plaza y esto es algo absolutamente normal, que los compañeros de sus padres los aprueben, hoy por ti y mañana por mí;2) el corporativismo, esta condición no es específica de los jueces ni mucho menos, existe en todas las profesiones, pero en el ámbito judicial llega hasta el paroxismo, porque el juez quiere por encima de todo, necesita como el aire que respira la intangibilidad, porque un juez no sólo puede arruinarte sino mandarte a la puñetera cárcel por toda tu vida y esto lógicamente engendra odios africanos hacia su persona que buscarán cualquier medio para perjudicarle, yo he visto casas de los jueces arrasadas por las llamas y a algunos de ellos a los que les han disparado, pero lo normal es que a los jueces se les ataque sin arriesgar tanto y el mejor modo de hacerlo es llevándolos a ellos ante los tribunales y aquí es donde viene a cuento ese corporativismo exacerbado que ponen en práctica los jueces: para éstos la 1ª norma, la norma de normas, la palabra divina, el sumo sacramento es que ninguno de ellos puede ni debe colaborar en el ataque que se realice contra otro juez, de modo que el que quebrante esta norma está absolutamente perdido;3) otra norma importantísima pero de mucho menos rango es la de la intangibilidad del “statu quo” social: los jueces son todos, por naturaleza y gracia eminentemente conservadores, el mundo, para ellos, no sólo está bien hecho, sino que es una creación ideal, este concepto está implícito en su propia ideología personal porque hay que ser muy conservador para considerar admisible que un hombre, con todas sus flaquezas, sus inmensas debilidades, sus fobias y su filias absolutamente irresistibles, asuma impertérrito la tarea de enjuiciar a otro hombre, esto es absolutamente antinatural de modo que el hombre que no sólo asume sino que desea dedicar su vida a juzgar a los otros, es, por lo menos, un tipo especial.Así las cosas, comienza a ser plenamente inteligible el caso Garzón.En el carácter de Garzón existe un claro componente narcisista, él se considera a sí mismo un magnífico juez y yo creo sinceramente que lo es. Pero no ha acabado de comprende cuáles son las características del mundo en el que se desenvuelve, a él le parece suficiente para actuar como él lo hace la convicción de que la razón está de su parte y, como acabamos de exponer, el mundo de la judicatura es un mundo aparte con leyes no escritas ferozmente salvajes, que él se ha empeñado en desconocer, primero, tomando parte muy activa en el proceso contra Gómez de Liaño, su compañero de despacho en la Audiencia Nacional, que nunca hubiera sido condenado sin su testimonio en la causa que se le instruyó, infracción para la magistratura absolutamente imperdonable de la más esencial de sus normas no escritas. Segundo, iniciando procesos penales ni más ni menos que contra el franquismo, crimen de lesa majestad que quizá sea más imperdonable aún.De modo que Garzón ya está no sólo juzgado sino también condenado porque la judicatura no se puede arriesgar a que un juez que ha quebrantado sus normas esenciales no impresas, sea absuelto porque entonces ninguno de los jueces habría escarmentado en cabeza ajena, y el ejemplo, mal ejemplo de Garzón podría proliferar.  


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