El grado de gasto público de un estado y su distribución territorial, puede considerarse una medida de descentralización que en cierto sentido mide la cualidad federal de ese estado,entendida como la atribución de soberanía que comparten diferentes territorios con distintas administraciones públicas gobernando en ellos. A pesar de los cabreos que se originan diariamente, que para algunos justifican la conveniencia de una desmembración del estado para dirigirlo hacia una federación, la realidad concreta que ofrecen los estudios es que España es un estado federal, comparable con otros estados federales en cuanto atribuciones cedidas a los territorios, las CCAA,tiene una estructura particular con algunas deficiencias, como la financiación, etc. y el Senado que habrá que reconvertir ya, en Cámara Territorial donde diriman sus diferencias los territorios y no siempre en peleas bilaterales con el Gobierno Central, mas propio de una confederación que de federación.
Los dos cuadros proceden de: ‘El gasto público en España en perspectiva comparada: ¿Gastamos lo suficiente? ¿Gastamos bien? publicado por Santiago Lago peñas y Jorge Martínez-Vázquez en la revista Papeles de Economía Española núm. 147 del año 2016. En el primer cuadro, (Gráfico 10) la comparación se realiza para el período 1995-2012, entre España y los países europeos de la OCDE, que prácticamente son la UE, entre ellos hay algunos federales como Alemania, Bélgica, Austria. El gasto público total como porcentaje del PIB imputable a gobiernos subcentrales –territoriales- españoles se encuentra sobre el 25%, mientras en el caso de gobiernos subcentrales europeos representa un 15%. El segundo cuadro (Gráfico11) compara gastos de los gobiernos subnacionales, territoriales, por funcionalidad y como porcentaje del PIB. Para hacerlo sencillo pueden mirar solo la cifra expresada para 2011, barra azul completa, pero merece detenerse en los componentes de gasto, testimonian un catálogo de atribuciones que tienen los territorios tales como: educación, sanidad, orden público, cultura, protección social, medio ambiente, vivienda, lo cual es una muestra de soberanía cedida/compartida.
En España a comienzos del siglo XXI por encima del 40% del gasto público total lo gestionaban los territorios, que pasaría a ser un porcentaje superior al 50%, si excluyéramos la Seguridad Social del cómputo Central, supone un 27% del total, la Administración Central gasta un 23%, sin S.S. El componente mayor del gasto público son las pensiones que paga el Estado central.Las CCAA concentraban en 2001 la mitad del empleo público,el 70% si se excluye la Seguridad Social. ‘Mediterráneo Económico, núm. 10, Cajamar. ‘Un análisis comparado del gasto público autonómico’. J.M. Domínguez, R. López del Paso y N. Rueda. Y ante esto, ¿qué hacemos, destruimos todo lo realizado, autodeterminamos todos los territorios y comenzamos como si estuviéramos en la Edad Media a crear una república federal? ¿No parece un poco estúpida la idea? Lo progresista es luchar contra la reacción que representa el nacionalismo, contra políticas y objetivos que hunden sus raíces en la xenofobia, en el tribalismo; lo progresista es no apoyar poner fronteras, contra políticas lingüísticas que condenan a los catalanes de segunda fila, antes emigrantes constructores de Cataluña, a ser marginados de los puestos de representación y responsabilidad. Lo progresista es luchar contra las injusticias cometidas a diario, contra gente que ocultan, por el mero hecho de no apoyar la independencia y son desterrados socialmente. Progresista es luchar contra la credibilidad generada por los independentistas, contra los dogmas que difunden los poderes soberanistas y defender la igualdad de derechos para toda la ciudadanía. Progresista es luchar antes de que sea tarde contra el tradicionalismo, el nacionalismo y el fascismo que se está instalando tras la cortina de la independencia.
Canta Raimon, ‘D’un temps, d’un país’:
Lejos de recuerdos inútiles Y de viejas pasiones No iremos a la zaga De antiguos tambores.