Los que me sigais a través de Twitter ya sabreis que la cosa se ha complicado durante el fin de semana.
El viernes después de la cena el bebito vomitó muchísimo. Si los dos vómitos anteriores me habían hecho dudar y más bien pensaba que se habían debido a la expulsión de alguna flema, la cantidad y virulencia del último vómito me hizo tener claro que estábamos ante una gastrointeritis en toda regla.
El sábado por la mañana mi marido amaneció devolviendo y así estuvo hasta mediodía. Nunca había visto a una persona ir tantas veces al baño, ¡qué horror!.
El nene parecía algo mejor pero a la hora de comer empezó a estar muy decaído y olía a acetona como si se hubiera tragado un bote entero de quitaesmalte. Así que dejé al churri en la cama y tiré para Urgencias, donde no nos aclararon mucho porque foco no hay, así que simple gastrointeritis, comprobar que no estuviera deshidratado y de vuelta para casa.
Yo estuve todo el día con náuseas hasta que por la noche se me puso un dolor súper intenso en la boca del estómago. El turno de vómitos me tocó a mi de madrugada, acompañado de diarrea, para no perdernos nada. Esta mañana no podía ni tenerme sentada así que he estado hasta la tarde en la cama.
Por la mañana de hoy el nene no hacía más que llorar y dormir. Un llanto súper intenso, desesperado. Realmente creo que lo que tenía era hambre porque comió un poco de pechuga de pavo, bebió agua y parecía estar mejor. Sin embargo, de la siesta se levantó con 39º C. Bajó pronto con paracetamol e incluso se animó y estuvo trasteando, aunque constantemente volvía a nosotros a por mimos.
Tanto el niño como yo tenemos tos perruna. A mi me pica el pecho y, además de la debilidad que me ha quedado, me noto algo griposa. Así que no estoy del todo segura de que esto sea una típica gastrointeritis, mucho me temo que sea un virus cabrón...
Mañana por la mañana tenemos pediatra, a ver qué nos dice.