Franck
Sharko se encuentra con cinco raras muertes: la primera, un cadáver acribillado
en mitad en un parque poco transitado; la segunda, una estudiante inmersa en
una tesis hallada en un centro de perinatología en la celda de los chimpancés;
la tercera, un horroroso suicidio de un asesino de niños en la cárcel; la
cuarta, el asesinato de una familia a manos de un hombre de cromañón y la
quinta, un medico obstetra que investiga sobre genética salvajemente asesinado.
Treinta mil años de diferencia separa a estos atroces crímenes unos de otros,
¿pero qué hilo les unirá entre sí?
Lucie
Henebelle, la policía del norte, vuelve después de un año y con el pesar de la
muerte tras de si. Quiere descubrir la verdad sobre un caso que esta muy
presente en su vida. Ya no trabaja como policía pero, tras un rencuentro con Sharko,
decide ayudarle a investigar las misteriosas muertes para poder descubrir por
fin la verdad sobre la violencia del asesino de su hija.
Thilliez
nos sumerge en una historia atroz, horrible e inhumana a la que narra la
ternura, el amor y la esperanza de la protagonista de la novela frente a el
pasado tan duro. Narra los sucesos de una forma directa, con algunos
tecnicismos que ralentizan el curso de la novela pero que aportan información
necesaria o curiosa, desde estadísticas a métodos de averiguación del ADN. Sus
descripciones de asesinatos son realistas y algunas veces crudas y sangrientas
pero siempre realistas, vistas a ojo del forense hasta a los protagonistas de
la novela les cuesta estar presente en las autopsias para desentrañar a las
victimas.
Recomendado
para aquellos que quieran descubrir el final del díptico de la violencia y la
relación entre Sharko y Lucie. También para aquellos adictos a la novela negra
o policiaca, esta novela tiene un poco de ambas. Y por último para aquellos que
quieran disfrutar con el análisis de la violencia desde nuestros antepasados
prehistóricos hasta nuestros días que Thilliez lleva a cabo en esta novela.
Extractos:
Lloviznaba cuando los dos ex policías llegaron
frente a una casa alejada del pueblo, junto a un silo de grano. Bajo el cielo
gris de nubes lanosas, ante aquel horizonte de campos verdes y amarillos, la
vivienda daba la impresión de un animal abatido y herido. El jardín estaba sin
cultivar, la pintura de las paredes se caía a pedazos y algunos cristales
estaban rotos.
Una casa abandonada. Sharko y Lucie se miraron
sorprendidos.
El comisario aparcó su vehículo al final de un
camino de tierra, detrás de un viejo Renault Super 5 de los que ya no se veían.
Un hombre descendió del automóvil y fue a su encuentro. Se presentaron y se
dieron la mano.
Se pusieron de nuevo en marcha, atentos. Las
ramas y las hojas gemían bajo sus pasos. Lucie no pudo evitar comparar la selva
con un cerebro humano: una red de elementos interconectados que intercambiaban
señales, se sumaban unos a otros y se sustraían, con un objetivo de cooperación
o de competición. Simbiosis, osmosis y también depredación y parasitismo. Cada
elemento fundamental constituía un pequeño nudo que conducía a un nudo de mayor
tamaño. La muerte conllevaba la podredumbre y la podredumbre creaba bacterias
que enriquecían la tierra. La tierra creaba las hojas, las hojas conducían a la
especie, las especies formaban el ecosistema, una entidad frágil, de increíble
riqueza, en perpetuo equilibro entre la vida y la muerte, la decadencia y la
majestuosidad.
Editorial: Destino
Autor: Franck Thilliez
Páginas: 540
Precio:21 euros
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