Revista Deportes
Un comienzo es, sobre todas las cosas, una oportunidad, una chance de que todo crezca, evolucione o al menos mejore.
Un comienzo de torneo en el fútbol argentino parece ser una nueva oportunidad para refritar debates berretas, potenciar panelistas con pretensión farandulera o hacer simplemente de algunos diarios o programas de tv especializados un símil de Intrusos.
Marco el punto en Boca. No parece feliz que tenga más relevancia el reclamo interno del capitán al técnico que lo conseguido por el grupo hace un puñado de días nomás. Boca volvió a ser campeón luego de ser noticia sólo por sus internas por doce … ¡DOCE! puntos de ventaja con el segundo, al que tremenda diferencia de puntos le arrebata hasta el mote de sub-campeón.
Fue Boca y todos los demás. Fue Falcioni y su objetivo, su estrategia y su sello en busca de un objetivo y lo logró. Le dio a Palermo el final que merecía bancándolo en la malaria y un torneo después confió en los suyos (Ervitti, Cvitanich) para que Román vuelva a salir en las tapas levantando una copa y no caminando en ojotas, para dar la vuelta en el año del descenso de River. Era lo ideal y el tipo lo logró y el tipo merece un respeto que no se le da.
Claro que a los empachados de sillón y sobremesa, a los pasados de cafeína y burbujas no les cierra este modelo al que tildan de amarrete y a la hora de reclamar no se apiadan con el técnico que encima tiene el tupé de eludirlos y despacharse por Twitter en vez de salir en los programas “líderes”.
Si no gusta Boca se puede apoyar la lupa en Vélez, un señor equipo, con estilo definido, abrazado a un modelo donde predomina el buen trato de balón, pero Veléz no es Boca. No es el Fortín la gallina de los huevos de Oro. Menos se fijará el ojo en Tigre que hasta me animo a afirmar que tiene un mérito mayor que el de Vélez, ya que ese estilo lo pregona o intenta pregonar caminando al borde del abismo del descenso. Asume riesgos, se la juega y da batalla. Huevos de Oro y nada de “gallineo” en el modelo Arruabarrena (que será pedido a gritos para la Rivera en breve)
Los debates de estilo, parecen desgastados pero simplemente porque se los plantea de una manera banal y débil. Hay un nuevo debate enriquecedor por abrir y está en nosotros como comunicadores encontrarlo, expresarlo y renovarlo.
Si técnicos como Falcioni no tienen ganas de hablar es porque les preguntan las mismas cosas siempre y él tiene derecho a despachar “gatafloras” porque es, ni más ni menos, que el técnico del campeón y no le debe nada a nadie.