Gatillazo olímpico (por Isa)

No sé la cantidad de veces que habré leído o escuchado en las últimas horas la expresión jarro de agua fría o el sustantivo decepción. No se habla de otra cosa. Y es que Madrid ha vuelto a perder la oportunidad de ser la sede de las Olimpiadas. Esta vez la tercera no ha sido la definitiva. 
La candidatura olímpica ha estado salpicada de gran polémica por el ruido que han armado los detractores... Y la airada respuesta de los defensores. Ignoro si habrá pasado en otros países, pero lo cierto es que en el nuestro, sumidos como estamos en una situación de austeridad impuesta que ha  mermado la calidad y el alcance de los servicios sociales básicos, hay muchos conciudadanos a los que no les parece adecuado destinar la ingente suma de capital que precisa manejar un evento de tal envergadura. No hay que olvidar, que solo presentarnos nos han costado ya cien millones de euros.
Simpatizo claramente con la causa detractora, me identifico con el mensaje y me convencen sus argumentos. Pero no me gusta perder. Lo llevo fatal. Y creo que es lo que nos pasa a la mayoría de mis paisanos. Pese a la coyuntura de podredumbre económica y política en la que nos encontramos es complicado no dejarse contagiar por el fervor patriota, el orgullo madrileño y la ilusión de formar parte con tu ciudad de algo grande a nivel mundial. Total: que yo he sido de las indecisas, de las que no han tomado partido claramente. Por un lado, no deja de hacer ilu y por otro entiendo que no hay excusas para gastarse en lujos lo que te estás ahorrando en formación y sanidad.
Así pues, por un lado me da rabia que no nos hayan elegido ciudad olímpica y por otro, me alegro de que se lo hayan dado a Tokyo. No sé ni como ha habido dudas respecto a que la capital nipona era favorita. Japón simplemente está a años luz en términos de progreso, civismo, capacidad económica, cultura y exotismo...  Creo que va a ser una gran oportunidad de mostrar cual es el buen camino a seguir. A ver si el mundo aprende un poco de ellos.
Además de la frustrante sensación de haber perdido, los madrileños estamos desde hace días haciendo frente a la vergüenza ajena que nos provoca la bochornosa representación de nuestra Alcaldesa ante el COI, con un discurso lamentable tanto en la presentación como en las comparecencias previas.
Se le critica mucho su pésimo dominio del inglés. Yo no voy a criticar eso, aún entendiendo que lo deseable es que nuestros representantes públicos sen capaces de manejarse en el que desde hace ya muchos años es el idioma universal por excelencia. Lo que me parece lamentable es que, en su prepotencia, esta señora haya preferido dejarnos en ridículo a ponerse unos cascos de traducción. La humildad, es obvio, no entra en el mermado catálogo de virtudes de Ana Botella que antes de reconocer que no controla la lengua de Shakespeare y contar con los servicios de traducción de un profesional, optó por quedar en evidencia. 
Os dejo aquí dos vídeos sonrojantes -por si aún no los habéis visto: el de la rueda de prensa del jueves ante los medios en Buenos Aires, analizado y comentado por el Gran Wyoming, y el del discurso del sábado antes de la designación de la candidatura, con el famoso "relaxing café con leche in Plaza Mayor". La cara roja, pero la carcajada bien sonora:


Ahora se multiplican las bromas, los chistes y las coñas marineras sobre la Botella y sus fantochadas, que eso se nos da muy bien... pero descuidad que la que se ríe de verdad es ella, mostrando bien esos dientes que no le caben en la boca, porque sigue teniendo su despacho con vistas a la diosa Cibeles, su sueldazo, sus coches oficiales y su mansión en Pozuelo, mientras tú esperas 10 minutos en el metro en hora punta para llegar a tu curro precario (si es que lo tienes) con el que poder pagar el desorbitado alquiler de tu casa y la hinchada factura de la luz.
Esperemos que en 2020, ya sin Olimpiadas, hayamos tenido suficiente criterio para retirar de la vida pública a Anne Bottle and the rest. Madrid merecerá ser sede olímpica cuando consiga librarse de los que la envilecen y la permiten mostrarse sucia y dolorida al exterior.