- Échese en el diván y no se quite las botas, sé que es una parte fundamental de su personalidad.
- Gracias, Doctor Krapp, veo que está al tanto de que me llaman "El Botas". "El Botas ha dicho" "El Botas ha hecho". Si me quito las botas parecería un gato más.
- Y usted cree que es un gato especial, imagino.
- Sin duda. He llegado a pensar que era el elegido para empoderar a los de mi especie. No esperaba que los de arriba fueran tan peligrosos como para conseguir que mi pupilo me diera la patada.
- ¿Entiendo que cuando habla de su pupilo se refiere al príncipe heredero, el Marqués de Carabás?
- Por supuesto. Su actitud es de una cobardía sin límites, he sido su hacedor y él se ha dejado extorsionar por la prensa en su campaña en mi contra.
- La prensa lo que ha expuesto es que usted engañó a todos, ya que siendo su protegido hijo de un molinero, se valió de un montón de patrañas para convertirlo en marqués y ganarse el aprecio del rey y la Corte. Incluso se dice que usted, se transformó en ratón para eliminar de forma despiadada al antiguo poseedor del marquesado.
- ¿De forma despiadada? Era un ogro, descendiente de otros ogros que ganaron el título actuando como mercenarios sangrientos al servicio de la actual dinastía. El viejo marqués oprimía a sus siervos, mientras que sus antepasados masacraron a los siervos y familias de las tierras conquistadas. Hacían el trabajo sucio y caníbal propio de su condición y yo tuve que rebajarme a ser un inmundo ratón para ganarle la partida. ¿Usted sabe lo que puede llegar a sentir un gato metamorfoseado en ratón?
- Los medios no hablan de esas cosas.
- Claro, porque son los esbirros de la vieja casta gobernante y han emprendido una campaña contra todo lo que huela a gatuno. En su desvergüenza, quieren demostrar su falta de zoofobia, glorificando a los perros ¡¡¡y a esos malditos roedores!!!
- Cuando hablan de usted, en cambio, no cesan de repetir que es arrogante, autoritario y vanidoso. Poco amante del diálogo y que no soporta que le contradigan.
- Ya ve, no dicen eso del príncipe heredero al que elevé usando únicamente mi labia de minino. Era un gañán desheredado y se lo planté como heredero delante de sus señoriales narices. Por eso no me soportan. Soy fuerte, no una mascota ni un gato rastrero de la calle. No soy uno de esos gordos y viejos gatos neuróticos de los que usted escribió una vez en su blog.
Pero Doctor Krapp, ¿por qué le preocupa tanto mi imagen pública? He venido a terapia, no a que me cuente lo que ya todos saben. - Para mí, además de gato es usted como una cebolla. No se ofenda, lo de la cebolla se lo digo porque tengo que quitarle todas las capas que le protegen para llegar al centro.
- ¿Está diciendo que no soy auténtico? ¿Qué ve en ese centro?
- Atisbo allá abajo, a un gatito asustado enfermo de megalomanía.
- Por favor, ¿este electroshock con que me obsequia ahora lo pago aparte o me entra como gasto en la sesión?
- La ironía no le protegerá de la verdad.
- Al parecer me ha pillado, debo ser otro gato neurótico como los de su entrada. Adiós, Doctor Krapp, ya no lo necesito, ha llegado al centro de la cebolla.
- No sea bobo, puedo ayudarle. Cortar la cebolla hace llorar, pero luego se queda uno más a gusto consigo mismo.
- ¿Y luego me dará el plato de leche por ser buena mascota? Jódase, doctorcito fraudiano.