El autor Jack Kerouac perteneció a la Generación Beat, cuyos miembros más representativos, además de él, fueron Herbert Huncke, Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Lucien Carr. Todos se conocieron en 1944 en Nueva York y, con excepción de Burroughs y Carr, volvieron a verse en los años 50 en San Francisco. Y todos, excepto Lucien Carr, tuvieron gatos. Por ejemplo, se sabe que Herbert Huncke los adoraba y que había heredado a Blackie, el precioso gato negro de Allen Ginsberg y Peter Orlovsky. Estos dos últimos tenían, además, un gato siamés. ¿Y qué decir de William S. Burroughs, que era un apasionado de los gatos? (https://gatosyrespeto.org/2014/04/09/william-burroughs-un-gran-amante-de-los-gatos/).
Pero hoy hablaremos de Jack Kerouac, que tuvo varios gatos durante su vida y habló de ellos en “Big Sur”, escrito en 1962. Sobre todo de Tyke, “un enorme y precioso persa rubio”.
También dice que su relación con Tyke “siempre fue un poco excéntrica”, al igual que antes con todos sus gatos porque los identificaba “con mi difunto hermano mayor Gerard, que me enseñó a amar a los gatos cuando tenía 3 o 4 años. Nos tirábamos en el suelo de la cocina para verlos bebiendo leche”.
En “Big Sur” describe el dolor que sintió cuando se enteró de que Tyke había muerto. Kerouac va a San Francisco a visitar a Lawrence Ferlinghetti, el amigo que le deja la cabaña en Big Sur y al que llama “Monsanto”, y dice así:
“Cuando nos quedamos solos, me dice: ‘Tu madre ha escrito, tu gato ha muerto’. Normalmente, la muerte de un gato no significa gran cosa para la mayoría, y mucho para bien pocos, pero para mí, tratándose de ese gato, y no miento, sinceramente fue como la muerte de mi hermano pequeño. Quería a Tyke con todo mi ser. Era mi niño, de pequeño se dormía en la palma de mi mano con la cabeza colgando, se pasaba horas ronroneando mientras le sujetaba así, andando o sentado. Era como un trozo de pelo blando alrededor de mi muñeca, bastaba con enrollarle alrededor de mi brazo y empezaba a ronronear y a ronronear, e incluso cuando creció seguía sujetándole así, podía sujetar a ese gato grande con ambas manos y alzarle por encima de mi cabeza y seguía ronroneando, confiaba totalmente en mí. Cuando dejé Nueva York por mi cabaña en el bosque, le besé con cuidado y le pedí que me esperara: ‘Attends pour mue kittingoo’ (N.T.: Espérame, gatito). Pero mi madre decía en la carta que murió LA NOCHE DESPUÉS DE IRME”. (N.T.: Traducción respetando el estilo y puntuación del autor).
En otro momento, el autor dice: “Lo que más me sorprendió fueron los tranquilos gatos rayados de Londres, algunos dormidos plácidamente a la puerta de las carnicerías, con la gente pasándoles por encima para entrar, ahí mismo en el sol de serrín, a una nariz de los rugidos de los tranvías, autobuses y coches. Inglaterra debe de ser la tierra de los gatos, están tranquilamente por todas las vallas de St. John Wood. Unas ancianas les alimentan con cariño, como mi madre alimenta a mis gatos”.
Jack Kerouac, su gato y su madre
Jack Kerouac nació el 12 de marzo de 1922 en Lowell, Massachusetts, de padres francocanadienses, y habló un dialecto llamado “joual” antes de aprender inglés a los seis años. Empezó a escribir muy pronto y consiguió una beca para la Universidad de Columbia, Nueva York, gracias a su enorme talento como jugador de fútbol americano, pero discutió con el entrenador, se lesionó en una rodilla y dejó los estudios. Fue entonces cuando conoció a los otros miembros de la Generación Beat. Intentó ingresar en el ejército, fue rechazado y acabó en la Marina Mercante.
Recorrió Estados Unidos, Canadá y México en compañía de Neal Cassady, que le inspiró a escribir la novela que le catapultaría a la fama, “En la carretera”, aunque tardó siete años en conseguir que una editorial la publicase. Se casó en segundas nupcias con Joan Haverty, que le dejó en 1951 estando embarazada de la única hija del autor, Jan Kerouac, nacida el 16 de febrero de 1952, a la que no reconoció hasta 9 años después, cuando fue obligado a realizarse un análisis sanguíneo.
Jack Kerouac murió el 21 de octubre de 1969, a los 47 años, en Saint Petersburg, Florida, a causa de una hemorragia interna provocada por una cirrosis alcohólica, complicaciones en una hernia mal curada y una pelea en un bar unas semanas antes.
Jan Kerouac, 1983
Su hija Jan también quería a los gatos, como lo demuestran las dos fotos que incluimos.
Cantante y escritora, recorrió Estados Unidos como su padre a partir de los años setenta. Falleció el 5 de junio de 1996, a los 42 años, un día después de que le quitaran el páncreas. Llevaba cinco años en diálisis.