La obra de Gaudí se puede inscribir dentro del movimiento modernista, pero lo supera con creces por la originalidad de sus concepciones y su capacidad para romper moldes y crear soluciones nuevas.
La arquitectura de Gaudí, en una primera época, tiene influencias neomudéjares y orientales, incluso posteriormente introdujo elementos neomedievales, pero desembocó en el modernismo, creando un estilo personal donde destacó su innato sentido de la geometría y del volumen. Fue el creador de una nueva arquitectura basada en las líneas curvas y formas geométricas como el paraboloide hiperbólico, forma que adoptan los tendones entre los dedos de una mano y que Gaudí lo introdujo en las bóvedas de la Cripta de la Colonia Güell. El hiperboloide, la forma del fémur, lo usó en las columnas de la Sagrada Familia, o el helicoide, la forma del tronco del eucalipto que utilizó en las columnas torcidas del Colegio Teresiano.
Otro de los elementos fundamentales en su obra es la curva catenaria, utilizada en esa época solo en la construcción de puentes suspendidos. Fue Gaudí el primero en utilizarla como elemento de la arquitectura común. Este elemento lo podemos ver en La Cripta de la Colonia Güell o en la Sagrada Familia ya que una de sus características principal es su gran resistencia.
Combinaba perfectamente la geometría y los cálculos matemáticos con métodos intuitivos y elementales que aplicaba a su arquitectura, de tal forma que conseguía obtener formas equilibradas muy parecidas a las de la naturaleza.
Buscaba siempre nuevas soluciones estructurales, que fue logrando a lo largo de su vida mediante el análisis minucioso de la estructura óptima del edificio integrado en su entorno. Gracias a este estudio, su obra deriva en un estilo orgánico, inspirado en la naturaleza, pero sin desperdiciar la experiencia ya adquirida de otros estilos, dando lugar a una obra arquitectónica como simbiosis perfecta entre tradición e innovación.
Otra de las características diferenciadora de la arquitectura de Gaudí, es el color y su utilización en todas las obras. El color es señal de vida, y por ello buscaba siempre los colores más intensos, vivos y brillantes, para dar a sus obras de vida propia.
Sus edificios son concebidos de una forma global donde combinaba tanto soluciones estructurales como soluciones funcionales y decorativas. Integraba trabajos artesanales que dominaba perfectamente como la cerámica, vidrería o forja de hierro, creando un todo.