Revista Cultura y Ocio
Uno de los discos del año para el que escribe, es sin duda el World's Strongest Man de Gaz Coombes, que salió allá por el mes de mayo. Su primer disco Here comes the bombs de 2012 era bueno, pero esa etiqueta de ex-líder de Supergrass no se quita con un sólo álbum, y llegó Matador en 2015, un golpe en la mesa y donde dejaba claro que ya se despojaba de esos ropajes antíguos y abría nuevas vías mezclando varios estilos pero con clase y elegancia. Pero ha sido aquí con este tercer álbum, donde para mi se ha doctorado en su carrera en solitario, y lo ha hecho arriesgando con un disco valiente, arriesgado y libre, pero cuando hay temas buenos, todo cuadra mejor, y además tiene algo de visión de futuro de la música, que poca gente en la actualidad lo sabe conjugar de la manera que él lo ha hecho. ¿Y cómo lo ha hecho? Pues, es por así decirlo, un trabajo de acumular sonoridades y capas, además de estilos en cada tema con un criterio excelente, pero no un amontonamiento y ya está, sino que luego todo está dotado de unas ideas y una coherencia espléndida, formándose piezas de una belleza tremenda, así resulta un trabajo brillante y muy atrayente, por lo menos para mi. Se trata en resumen de un disco para escuchar en muchos sitios, un gran hotel, de paseo en un barco, de viaje...
Comienza el disco con el tema que da título al disco, y ese riff de guitarra hasta que entra su voz, me recuerda muchísimo a The Kills, incluso diría que él pone casi la voz de ella, pero a diferencia del dúeto falta la otra voz, y los adornos electrónicos embellecen. Deep Pockets fue el primer single, con base electrónica desarrolla una melodía preciosa y es una de las canciones futuristas y arriesgada del trabajo sin duda. Walk the walk es más un medio tiempo, con partes psicodélicas, unos coros medidos a la perfección y donde Gaz nada de manera brutal dentro de la melodía con adornos certeros, tema que me lleva un poco a Radiohead. Shit (I've done it again) es una calmada pieza de una belleza terrible, casi una nana convertida en melodía contagiosa, como sólo consiguen los grandes. Slow Motion Life ya atrae por el título y ese comienzo de piano y su desarrollo lento son apacibles, hasta cuando acelera un poco, tema a descubrir.Y llega Wounded Egos, una obra maestra en si misma, un tema pluscuamperfecto en todo, manera de cantar, con su producción, con la melodía tonta pero que engancha y ese hipnostismo que crea cuando la escuchas, difícil de explicar, yo me quedo embobado y la canto. Oxygen Mask es otra joya, una pieza bestial donde Gaz canta de lujo, la guitarra acústica lleva la melodía y esas atmósferas creadas por los teclados empastan de manera perfecta, otra maravilla. In waves es muy experimental en su comienzo hasta que la guitarra (que también me recuerda a Radiohead) se hace con las riendas gracias al riff y entra la voz, que deriva finalmente en otra gran tonada. The Oaks con esos ritmos tribales iniciales de la batería anima y mucho, las atmósferas generadas por los teclados empastan y crean una canción por acumulación (lo que comentaba al principio de capas de sonidos) pero perfectamente definida y que suena de lujo. Vanishing Act empieza desde abajo y subiendo el volumen nos presenta al artista más esquizofrénico y por momentos algo desquiciado a la voz, pero dentro de una melodía que le sienta bien. Weird Dreams cierra el disco con esas voces de inicio en tono casi góspel, pieza pausada y experimental, como si él y Thom Yorke hubieran hecho un extraño pacto.
Os dejo con Deep Pockets interpretada en el programa de Jools Holland.