Gemelos con cinco años de diferencia
En Inglaterra se acaba de conocer el caso de una pareja que ha tenido a
su segundo hijo (una niña) por fecundación in vitro. Lo extraordinario del caso
es que Floren, que así se llama la niña, fue fecundada cinco años antes, a la
vez que su hermano Reuben. Los padres, Jody y Simon Blake, eran una pareja
infértil, que habían recurrido a todo tipo de técnicas intentando lograr tener
descendencia. Por desgracia para ellos, no lo lograban. Por eso, tras nueve
años infructuosos, decidieron recurrir a la técnica de ICSI (inyección
intracitoplasmática de esperma, por sus siglas en inglés). La técnica consiste
en fertilizar en un laboratorio un óvulo extraído de la mujer con esperma de
varón. Para ello es preciso provocar primero una hiperestimulación ovárica en
la mujer para recoger varios óvulos a la vez, entre 6 y 15. En el laboratorio se
inyecta uno a uno esperma del varón en los óvulos, para conseguir
fertilizarlos. Si el proceso es exitoso los núcleos de las dos células
reproductoras se fusionan y surge una nueva vida. Se fecundan varios óvulos a
la vez porque no todos lograrán ser fertilizados, y de entre los que lo logren,
no todos evolucionaran adecuadamente en el laboratorio durante los días previos
a la transferencia. Una vez fecundado, el nuevo embrión es transferido al útero
de la mujer donde, si hay suerte, se implanta y continúa ya el embarazo normal.
Resulta asombrosa esta técnica que consigue forzar las barreras de la
naturaleza para producir el milagro de la vida y dar lugar a la creación de un
nuevo ser humano. Pero por desgracia, no todo es tan maravilloso, porque el
proceso para lograrlo es absolutamente denigrante.
En realidad, como he señalado, se producen varios embriones a la vez. Es
decir, varias personas. Pero que se creen embriones humanos no significa que
todos ellos vayan a poder sobrevivir. Los médicos, gracias a que disponen de
varios individuos, pueden después seleccionar a aquellos que parecen más sanos
para darles a esos la oportunidad de llegar a nacer. Los embriones así
producidos se clasifican en base a criterios morfológicos y cinéticos en cuatro
tipos: A, B, C y D, de mejor a peor. Como de lo que se trata es de tener éxito
a la hora de implantarlos, se seleccionan los mejores (tipo A y B) para tener
así mayores probabilidades. Los embriones C y D tienen pocas opciones de llegar
a ser elegidos para implantación. Se realiza con ellos, por tanto, una clara
discriminación genética (aunque, por cierto, la discriminación por razones
genéticas esté expresamente prohibida por las leyes españolas). Pero el
porcentaje de ovocitos que consiguen fertilizarse y se desarrollan
adecuadamente es muy variable y en ocasiones las tasas de fertilización son
altas y la evolución de los embriones en el laboratorio es óptima. En estos
casos se llega al día de la transferencia con varios embriones aptos para ser
transferidos a la mujer, cuando solo se quiere utilizar uno o dos para esa
transferencia. Implantar mayor número de embriones aumenta las probabilidades
de que alguno de ellos logre anidar, pero también aumenta el “riesgo” de embarazo
múltiple. En este caso, el destino de los embriones que han llegado a
desarrollarse y no son seleccionados para ser implantados es la criogenización.
En los primeros tiempos de la FIV muchos embriones morían al ser congelados, ya
que el mismo proceso llevaba a la formación de cristales dentro de las células
del embrión, que dañaban su estructura y los destruía. Ahora se utiliza otra técnica
más moderna: La vitrificación, que consiste en sustituir el agua de las células
del embrión por altas concentraciones de sustancias protectoras, que hacen que
el medio líquido se transforme en vítreo impidiendo la formación de cristales
intracelulares, y protegiendo, por tanto al embrión durante la congelación.
Cuando van a ser implantados, el proceso es inverso, para despertarlos y
“volverlos a la vida”.
En el caso de los
señores Blake, de entre todos los embriones que tenían vivos seleccionaron a
uno, del que nació Reuben. Seleccionar a uno implica que hay otros, seres
humanos, hermanos del elegido, que no pueden sobrevivir si no son implantados. A
estos los vitrificaron. Y pasados cinco años, decididos Jody y Simon a aumentar
la familia, los descongelaron para ver cuántos de ellos sobrevivían para ser
implantados. Normalmente los centros de reproducción asistida prefieren
implantar embriones frescos a vitrificados, porque con estos últimos la tasa de
éxito es bastante más baja. Pero si fracasa el primer intento de fecundación
con embriones frescos, o si, como es el caso, la familia decide tener más hijos
pasados los años, se recurre a estos embriones vitrificados. Esto evita los
inconvenientes de someter a la mujer de nuevo a un proceso de hiperestimulación
ovárica. En el caso que nos ocupa, tras la descongelación solo sobrevivió uno
de ellos, que fue el que se implantó a la mujer y logró anidar hasta culminar
el embarazo. Los padres los llaman gemelos, porque fueron concebidos a la vez,
aunque no en el útero de su madre, sino en una placa de Petri. Y con la
salvedad de que nacieron con cinco años de diferencia…
Me parece que en este caso hay que dejar de lado las sensiblerías (por supuesto que nos alegramos mucho de que nazcan seres humanos, pero el procedimiento repugna por indigno) y centrarnos en lo que afirma la madre, sin darse cuenta de la gravedad y profundidad de su afirmación:
“Me parece que no suena muy real. Creo que la gente se queda muy, pero que muy sorprendida, y les cuesta algo de tiempo llegar a comprender lo que ha pasado aquí. Nosotros, por supuesto, tuvimos nueve meses para hacernos a la idea de que estábamos esperando al hermano gemelo de Reuben, pero es algo realmente increíble”.Es tan difícil de entender precisamente porque es contrario a la naturaleza. Nos terminaremos acostumbrando, pero eso sólo significará que habremos adormilado nuestras conciencias: Esta no es la forma más digna de venir a la vida. De hecho, es la menos respetuosa con la dignidad debida a cada ser humano, que no puede ser utilizado como medio por nadie para ningún fin, por muy loable que este sea. Y probablemente generará problemas cuando en el futuro Floren pueda pedir responsabilidades por haber nacido ahora y no cinco años antes, por ejemplo. O si desarrolla cualquier enfermedad… Allí nos encaminamos.
