Revista Viajes

Gemidos en la huerta de Benijófar

Por Angelrequena

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Noria proviene de naura, gemidora en árabe. Durante siglos las huertas se regaban mediante  la continua rotación de las norias. Las bombas hidráulicas fueron sustituyendo las viejas ruedas. El abandono va seguido de la destrucción. Ríos que estaban llenos de norias como el Genil no conservan ninguna en uso. Algunas se han salvado con la restauración pero solo para el recuerdo.

La noria de Benijófar en el Bajo Segura mantiene su servicio desde hace más de tres siglos y los campos de naranjos de su entorno reciben puntuales sus aguas. La rueda alcanza casi los ocho metros de diámetro, primero de madera y hoy metálica. Cuatro acequias se reparten el preciado caudal. El viejo molino de enfrente, el que compartía el azud, mira envidioso a la noria: el edificio se ha restaurado pero sus ruedas de molienda ya no se mueven.

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Aguas abajo, en Rojales, encontramos otra rueda restaurada pero parada. El complejo hidráulico carolino de Rojales, siglo XVIII, es un conjunto admirable de azud, puente y noria de la mejor sillería. La propia noria está protegida para las frecuentes avenidas del Segura.

Lo mejor de las norias alicantinas, las dos reseñadas y las gemelas de Orihuela es su bella estampa y calidad de la obra. Tras la visita a las muchas murcianas conviene continuar bajando el Segura.

Tras Arquímedes y Herón, la mecánica empezó a formar parte de la matemática. Los árabes continuaron la tradición griega considerándola matemática aplicada.

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