Revista Cultura y Ocio
Necesitamos ilusión para emocionarnos y querer apoyar cualquier asunto que afrontemos en nuestra vida. Necesitamos tener una historia que contar, algo con lo que remover a los demás, con lo que calentar nuestro interior. Si no hay ilusión somos poco menos que autómatas que, día tras día, hacen lo que tienen que hacer en esta sociedad mundana y cabal que nos ha tocado vivir, si es que se puede decir que una sociedad como esta es mundana… o cabal. Necesitamos ilusión, sonrisas, sueños, vida… sin eso, estamos perdidos y somos poco más que máquinas sin alma.
Ayer estuve hablando con unos amigos que tienen un sueño, un proyecto vital, una ilusión enorme por un proyecto puesto en marcha hace casi diez años y que, con un poco de suerte, se terminará en un par de años más. Algo que cambiará para siempre la vida de su municipio o, al menos, que se convertirá en un enclave único y privilegiado dentro del área de cobertura de su vida más cercana. Al hablar con ellos se podía palpar su ilusión, se podía coger con las manos esa historia capaz de emocionar al que la escucha, esa magia que despierta cuando se habla con tanto amor de una idea, quizá de una locura… pero también, en esa conversación se podía presentir mucho más que la magia, que la ilusión o que las emociones positivas. Se podía presentir, casi atisbar tras las esquinas la tristeza, el miedo, la decepción. Porque cuando uno está loco y pone en marcha una locura, es complicado convencer a los demás, dejarles ver lo mágico que es lo que estás haciendo con tu tiempo y con tu vida. Son pocos los que ven la genialidad en las locuras o pocos los que se arriesgan cuando un proyecto así, tan mágico pero tan inviable y tan poco práctico a simple vista, se sitúa en su camino.
Sois muchos, estoy convencido, los que habéis sentido esa pared erigida por aquellos que hablan de la imposibilidad de llevar a cabo vuestros sueños. Sois muchos los que se han estrellado contra los muros de la indiferencia o de las rotundas negativas. Y también sois muchos los que habéis sobrevolado las imposibilidades, los que habéis sorteado las negativas, los que habéis escalado o derribado cualquier muro, cualquier pared impuesta en vuestro viaje. Gracias. A todos vosotros.
Sin soñadores, sin locos, sin personas como tú, capaces de saltarse las predisposiciones y las imposibilidades seguiríamos anclados, seguiríamos pegados a la tierra, seguiríamos siendo máquinas con almas cada día más grises, más opacas y más tristes. En este castillo que sabe a quimeras, en este rincón que sabe de pájaros en la cabeza o de ideas que vuelan y se estrellan contra barreras, que termina derribando con la fuerza de la voluntad y de la imaginación, estamos orgullosos de todos vosotros, los que soñáis, los que mantenéis la ilusión, los que utilizáis vuestra magia y creatividad para mostrarnos otros caminos a los demás.
El tiempo que estamos viviendo es acelerado, está loco, suena a peligroso y, de hecho, lo es. Pero somos muchos los que nos hemos amoldado y acomodado a estos tiempos, a esta sociedad tan extraña y cambiante. Menos mal que existen los soñadores, los magos, los generadores de ilusiones. Gracias a ellos, gracias a vosotros vivimos mucho mejor.
Gracias a todos. Gracias por soñar, gracias por hacer, gracias por remover nuestras emociones y por regalarnos vuestro tiempo.