Dos de los grandes escritores catalanes del siglo XX creían que su tierra producía con mayor asiduidad que en el resto de España una mezcla de genialidad y locura narcisista que conducía cíclicamente al fracaso social, como ocurriría con el independentismo.
Decía Josep Plá que cierta imaginación exuberante y tragicómica mediterránea producía visionarios que se enfrentaban a los molinos, a los que vencían a veces, aunque casi siempre caían descalabrados, como Don Quijote.
Vencieron Dalí o Gaudí, personajes de una fantasía y creatividad prodigiosas, que le mostraron al mundo que podían conquistar portentos mayores que cualquier molino.
El trabajo, los hechos y las palabras de Dalí lo confirman, y La Sagrada Familia, genial locura de Gaudí, sigue construyéndose 84 años después de su muerte gracias a otros catalanes algo locos-geniales que le creyeron al principio y que, generaciones después, perseveran con firmeza medieval.
Esa mente calenturienta lleva a algunos a imaginar que pueden conquistar mundos mitde otro origen como El Cid, Cortés, Cervantes o Teresa de Ávila.
Sintiéndose “pueblo elegido”, desprecian al resto de España, como señalaba el otro grande del siglo XX, Agustí Calvet Pascual, Gaziel, que anunciaba durante la II República el desastre que coadyuvaría a provocar el independentismo.
Lo predijo ya en 1931, lo proclamó en 1934 y lo ratificó antes del levantamiento de Franco, en 1936. Demócrata liberal, se exilió después.
Descalabrados por los molinos, como quedarán Mas y aliados, algunos no sólo imaginan una Cataluña separada de España.
Hay quienes proponen desde las televisiones autonómicas que si la UE y la OTAN rechazan su independencia, se convierta Cataluña en base militar china para que Barcelona sea un nuevo eje del poder mundial.
¿Hay mayor genialidad?
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SALAS
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JAMES SKINNER
En su ultimo análisis para Hackwriters, este ingeniero, viajero y escritor británico de antepasados escoceses escribre sobre los terremotos que sufre toda Europa, Quakes All Round.
Una visión global del continente, y también del Reino Unido. Y de todos los terremotos, políticos como en Italia, o económicos y de corrupción, como en España.
Conviene leer el artículo sin anticipar nada sobre por qué el final es relativamente optimista.