Revista Opinión

Genialidad y desorden mental: el caso de michel foucault

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia

 

    ¿Por qué este es el vídeo más importante que he publicado hasta ahora?¿Por qué pienso que reflexionar sobre la vida y la obra de Foucault resulta imprescindible para entender nuestro tiempo y para entender cuál es la trayectoria que –en gran parte, sin duda, de manera inconsciente–, está recorriendo nuestra cultura? Me explico:

     “No me preguntéis quién soy y no me pidáis que siga siendo el mismo”: esta es una de las frases más citadas de Michel Foucault, uno de los intelectuales más influyentes de nuestro tiempo… si no el que más. Su amigo, el escritor y artista Pierre Klossowski estaba convencido de que la meta de Foucault era, precisamente, «liquidar el principio de identidad». No existiría, pues, para Foucault, nada sobre lo que sustentar la idea de un “yo” estable, que sirviese para garantizar la permanencia entre lo que fui, lo que soy y lo que seré. Sustentando eso que “no” somos, estaría nuestro fondo dionisíaco, instintivo, desordenado y abierto a múltiples posibilidades de ser; de ser hoy una cosa y quizás otra mañana. Si en algo pudiéramos reconocernos sería, para Foucault, en nuestra propensión hacia el exceso en cualquiera de los campos en los que actuemos; para empezar, en la sexualidad, donde, precisamente, el erotismo desinhibido desnuda un impulso profundo"a destruir", "a aniquilar". Incluido aniquilarse a sí mismo: los flirteos de Foucault con el suicidio fueron constantes a lo largo de su vida. La moral, que pudiera estar encargada de poner orden en esa propensión hacia el exceso, no tiene para él otro fundamento que el de servir a los intereses del “poder”. Lo único que cabe, pues, es combatir toda moral. La biografía de Foucault fue consecuente con estas ideas, aunque podría estar mejor si lo decimos al revés: que sus ideas fueron una emanación de su propia biografía. Él mismo vino a reconocerlo así.


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