Cuarenta años (más otros cuarenta del franquismo) ridiculizando cualquier interés por el arte, la cultura y la libertad de pensamiento; deseducándonos en las escuelas del sistema; engañándonos con consumismo, créditos y horas extra para que pensáramos que lo habíamos conseguido, que habíamos triunfado, a costa de dejar atrás familia, vecinos y cualquier atisbo de asociacionismo; intoxicándonos con la telebasura; vendiéndonoss sueños de ladrillo a cambio de hipotecas de opresiva pesadila. Mientras tanto, ellos, los mismo de siempre, los de la sangre color azul hematoma de consanguinidad podrida, los de la sangre color verde mosca de billetes corrumpidos, hacían y deshacían en el país al igual que llevaban siglos haciéndolo. Lo peor de cada casa nos está gobernando desde tiempos inmemoriales, y no parece que quieran marcharse. No debería extrañarnos la superabundancia de gente manipulada, perdida, semivegetal, que desprecia cualquier cosa o persona que les obligue a elegir, a tomar decisiones, a moverse; que busca al ser más indefenso (preferentemente si es extranjero y de otro color) para responsabilizarle de su propios problemas; que piensa que la mujer ha nacido para ser esclava, incñuso si es mujer; que vota al PP porque cree que así algún día será como ellos; que no sale a la calle a hacer una limpieza general de este alud de mierda que se se estaba gestando desde hace décadas porque tiene que trabajar para pagar la hipoteca. Gente como ellos. Como nosotros. Como tú. Como yo