Estoy segura de que más de una vez os habéis topado con gente "extraña", y habéis dudado entre iros corriendo o intentar razonar con ellos. Últimamente opto por lo primero, es más rápido y, desde luego, más sano. Ya nos volveremos a ver, o no, tampoco es gran pérdida, al menos para mí.
Hay gente extraña que te mira con cara de acelga y te dice que no le gusta lo que has pintado en la carita a su hija, por un donativo incierto para una causa benéfica. Gente que te pide que lo borres y le pintes otra cosa. Gente que se perdió el capítulo de Barrio Sésamo en el que te enseñaban a tener consideración por el trabajo y el esfuerzo de los demás y a usar tus propias manos en ciertas situaciones.
Hay gente extraña que colabora en eventos benéficos y te confiesa que ha traído sus pinturas "malas", que las "buenas" las ha dejado en casa. Gente que usa pinceles sucios, con las cerdas aplastadas y abiertas. Gente que desconoce el significado de la palabra "higiene". Gente a la que no le importa contar con "profesionales" de esta clase en sus eventos, de pago o benéficos, porque les parece que "todo vale" y piensan que pintar caritas no tiene mucha ciencia. Gente que, de nuevo, desprecia el trabajo y el esfuerzo de los demás y, como diría mi padre, "les da igual ocho que ochenta".
Hay gente extraña que se permite juzgar a aquéllos que pintamos por "hobby", aunque lo hacemos respetando medidas de seguridad e higiene y contando con un seguro de responsabilidad civil. Gente que, estúpidamente, cree que el simple hecho de llevar más tiempo haciendo algo o dedicar más tiempo a una actividad, de forma automática, te convierte en el ser más competente sobre la faz de la tierra. Gente que mete sus "pinturas" en una cochambrosa fiambrera y después las aplica sin preocupación en la piel de un pequeño.
También hay gente extraña que comparte conocimientos y técnicas, que atiende a sugerencias, que disfruta con ratos salpicados de colores y risas. Gente que está por encima de todos nosotros, aunque no lo crea, no lo parezca o no quiera reconocerlo. Gente extrañamente extraordinaria que inspira a los demás, para que los demás podamos ser nosotros mismos e inspirar a otros.
O gente extraña que te sigue de evento en evento, que vuelve al día siguiente, que vuelve más tarde, que se pinta sin pudor a pesar de la edad que tanto inquieta a algunos. Gente que se sienta a tu lado, te ofrece agua, ayuda, compañía. Gente que se hace mil fotos, contigo, sin ti, con niños, sin ellos, de lado, de frente, haciendo el pino... Gente que te pregunta, te llama, te escribe, cuenta contigo para momentos irrepetibles. Gente que distingue un engendro de una mariposa o un tigre de una mancha.
Y luego hay gente aún más extraña, que te regala su ilusión, su sonrisa, su tiempo, su dedicación, su sacrificio, su sufrimiento, su cuerpo como lienzo, sus medios como instrumentos. Gente que te enseña y que aprende, gente extrañamente maravillosa. Y pronto, mi pincel y yo conoceremos mucha gente así...