La lluvia siempre es una poderosa aliada para tomar fotos. Las superficies mojadas brillan más y las gotas de agua son transparentes y aparece el arco iris y hay menos gente en las calles y los colores vibran de una forma especial cuando están mojados. Claro que hay que exponerse a empapar el equipo, pero vale la pena. Estas imágenes son del parabrisas de mi coche y están tomadas en la tormenta que cayó hace poco sobre Madrid. El color corresponde a lo que había en el interior del vehículo en el momento de la toma. El resultado es aceptable ¿no? Son casi abstracciones, aunque uno distingue claramente que se trata de gotas de agua.
Algo parecido me sucede a mí. Si me ves no parece que esté enfermo, aunque luego terminas dándote cuenta de que lo estoy y mucho. Y digo que no lo parece porque estoy estupendamente, en ningún caso parece que me suceda nada malo. La oncóloga que me trata siempre me lo dice, que mis análisis son estupendos y mi aspecto también y que soy un caso diferente porque la gente que tiene un tumor como el mío suele estar verdaderamente hecha mierda.
Pero eso lo único que hace es que todo resulte aún más difícil de aceptar.
El caso es que aquí estoy un día más, plantándole cara al destino, desafiando a los dioses del futuro y gritando que sigo vivo, que aún me queda cuerda para rato y que seguiré dando guerra hasta el final. No os comáis el coco con las pequeñeces diarias. Hay que saber darle a las cosas la importancia justa que tienen, ni más ni menos. No os convirtáis en seres amargados que están todo el día lloriqueando por su mala suerte o cabreados porque el mundo va en su contra. Es muy fácil: tan solo hay que vivir.
Es importante saber aceptar y asumir el, por lo general triste, papel que finalmente te ha tocado desempeñar. Ya sé que tú querías ser protagonista y que ibas a comerte el mundo, pero todos esos sueños de adolescencia suelen quedarse en eso, en sueños del pasado que uno debe recordar con cariño y hasta con piedad, pero nunca con rabia o con tristeza. A veces pienso que en la vida no cabemos todos. Hay demasiados niños queriendo ser bomberos y muy pocas plazas disponibles por lo tanto la gran mayoría no lo va a conseguir. De hecho me da la impresión de que la mayor parte de la gente no consigue cumplir sus sueños, así que el secreto está en saber aceptar el nuevo rol que te asignan los hados del destino y llevarlo a cabo con elegancia y con pulcritud, siendo consciente de que de ti depende mucha gente y de que la mala vibra que lances tiene una onda expansiva enorme y afecta a mucha más gente de la que parece.
¿Resignación? ¿Conformismo? No lo se, pero creo que no. Más bien se trata de inteligencia y de saber estar. Saber posicionarte en tu sitio te hará una persona muchísimo más fuerte. Lo que no te ayudará es la rabia constante ni el llanto perpetuo. Eso déjaselo a otros, los que están fuera de tu órbita. Tú rodéate de gente positiva que afronte la vida con respeto y con dignidad, sabiendo dónde tiene los pies y sintiéndose orgullosa de ello.