Andaba pensando si la hiper-conexión que nos abraza supone realmente un agente paralizante; si la ingente cantidad de datos que nos abrasa deriva al cabo en desinterés o, peor, erosiona la capacidad humana de separar la paja del grano, de desperezarse.
Sin embargo, puede que este pensamiento obedezca a un error de percepción, y que todo siga siendo tal cual siempre ha sido. Que, pese a todo, las semillas siguen germinando, que quien tiene algo que hacer, lo hace. Es posible.
En todo caso, es bueno procurar rodearse de gente con cosas que hacer. Como es el caso de la persona que ha esbozado, imaginado y azuzado la creación de muchas cosas parecidas a lo que ves en la foto bajo estas líneas; y desinteresadamente, podríamos añadir; pero no es así, siempre hay un interés; cómo si no gastas horas y energía en proyectos comunitarios, como el que nos ocupa. Lo que pasa es que el interés, por fortuna, trasciende lo pecuniario, y eso nos salva, nos redime, nos completa.
Las ideas de Rubén tienen la virtud de hacerse realidad
En fin, que llevo tiempo (años) siguiendo a pies juntillas a un tipo —el presidente de la AMPA del cole de mis hijos— capaz de sobreponerse a la hiperconexión que nos abraza, a la ingente cantidad de datos que nos abrasa, con algo que hacer. Y aprendo, admiro y también observo cómo en derredor emerge más gente así.
Y concluyo entonces que sí, que mi pensamiento inicial obedecía a un error de percepción. Que las semillas no cesan de germinar por doquier. E, interesadamente, eso me salva, me redime, me completa.
Aquí, una semilla germinada
Nota: estas líneas han sido espoleadas por el proyecto El Bosquecito.
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