Revista Cultura y Ocio
Por causa de gente indeseable, al final siempre acaban pagando justos por pecadores. Ayer, domingo, caí en la cuenta de que, en realidad, solo me relaciono con gente indeseable, y no me refiero precisamente a delincuentes habituales o gente así. No. Me refiero a gente que no cumple. Ayer, perdí toda la mañana porque Laura Fjäder y yo teníamos un recital. Pero al empresario que nos contrató se le olvido porque el sábado por la noche se lió hasta las tantas. Ayer, como consecuencia de ese olvido, terminé escuchando a un cantautor colega mío en un bareto cerca de donde Laura y yo teníamos que recitar. Y allí en ese bareto me encontre a un tipo que tendría que haber estado, por cojones, en nuestro recital. Pero no fue. Decidió que era mejor ir a ver al cantautor que ir a vernos a nosotros. Ayer, como consecuencia de todo esto y de más que me callo, acabé borracho como una cuba. Es decir: perdí pasta, perdí supuestos amigos y, encima, jodí la salud a base de bien. En resumen: si alguien quiere algo de mí, lo que sea, me suda la polla lo que sea, va a tener que empezar soltando las pelas por adelantado. Lo que sea, repito. David González ya no hace nada gratis, nada por la cara, nada por amistad, nada por nada. O sea que: ni te molestes en pedirme nada. Porque el gratis se acabó. El amor al arte se acabó. Nada será ya gratis. Nada, repito. Mi talento, poco o mucho, al igual que el de Laura Fjäder, ya no se dará gratis. Jamás de los jamases. Antes me muero de hambre. Que, de hecho, en esas estoy. En morirme de hambre, literalmente hablando. Y así y todo, sin tener un puto euro, seguía haciendo las cosas gratis o casi gratis. Se acabó. Es decir, en resumen: A no ser que vengas con la pasta por delante, ni te molestes en pedirme nada de nada de nada de nada de nada de nada. Desde que estoy en esto de la poesía, va ya para 20 años, me he caracterizado por ayudar a la gente, por darles cancha a sus historias en mi blog, por apoyarles, incluso saltándome a la torera mi poca salud. Se acabó, repito. Para morirme de hambre me muero yo solo. No necesito tu ayuda. Ni la de nadie. La pasta por delante. O, en caso contrario, ni yo ni Laura Fjäder, responderemos a tus peticiones. Está claro, para mí muy claro, que la peña considera que al hacer las cosas gratis eres un pringado. Se acabó, insisto. Si no hay pasta por adelantado, no pierdas el tiempo escribiendome porque mi respuesta será el silencio. Y esto va para todo Cristo. Amigos, conocidos, desconocidos, etcétera. En otra palabras: Sin pasta por delante, a tomar por el culo. Así de claro. A partir de este post, mi talento, si es que lo tengo, está en venta. Y para que nadie me toque más los cojones, mi talento estará en venta y a un precio al alcance de muy pocos. Vivo en una sociedad, en una Europa, que ha perdido total y absolutamente su humanidad. Una Europa, todos nosotros, que permitimos, como los alemanes en su día, que gente que huye de una guerra, venga aquí a morir de frío o de hambre o de palizas o de lo que sea. En resumen: Ya que vivo en una Europa de mierda, en una Europa capitalista, el que quiera algo de mí, lo que sea, por muy poco que sea, tendrá que pagar por ello y pagar un precio muy alto. Y si no, ya sabes, ya sabéis, olvidaros de mí. No te necesito ni os necesito. Soy mayor y sé buscarme la vida. Y caso que no pueda buscarme la vida, prefiero mil veces o un millón de veces, morirme de hambre, de necesidad, antes que pedirte ayuda. Yo soy así. Por eso me llamo David González. Por eso soy David González. Pero, ya te digo, ya os digo, a partir de ahora, seré otro David González. Seré, como tú, como vosotros, un puto pesetero. Eso es lo que ha conseguido la gente que me ha fallado, que me sigue fallando, incluso la gente a la que consideraba como amigos. No existe la amistad. Únicamente existe el dinero. ¿Cambiar el mundo? Yo creía que era posible. Pero no lo es. Lo que sí es posible es el cambio en mi percepción de la realidad. Y ese cambio, insisto, costará a quien lo quiera una considerable cantidad de pasta. A tomar por el culo.