Mundo
-Entonces el castellano viene del latín. ¿Y el latín?
-Del castellano -afirma el muchacho.
-Ah, claro. Se van intercalando, uno muere pero reaparece unos siglos después. El eterno retorno. Tus nietos van a hablar latín.
-Exacto -confirma, guiado por el tono llano de la profesora.
-¿Vos podés creer lo que está diciendo? -interviene la tercera docente, mirándome espantada. El chico se da cuenta de que su teoría no despierta aceptación y se retracta. “Una vez que se habló un idioma no vuelve a hablarse nunca”, concluye.
-¿Cómo llega el castellano a nosotros?
Ahora sonríe como si la respuesta fuera tan obvia como para no requerir de la pregunta.
-¿Cómo va a llegar? Ya estaba. ¿Qué iban a hablar si no?
-La profesora te pregunta por qué medio llegó el idioma, desde qué continente que hablaba primero el castellano. ¿Dónde nace el castellano, también llamado español? -intervengo.
-De España.
-Bien, bien. ¿Y en qué continente está España? ¿Cómo descubren los continentes?
Silencio.
-No te gastes, no sabe los continentes -me indica la profesora que se sienta en el otro extremo.
-Esto no es geografía -le cruza, rápido de reflejos, el examinado.
-Pero es parte de la unidad. Para explicar la historia de la lengua tenés que saber un mínimo. ¿En qué continente vivimos, a ver?
Silencio. Me estremece pensar en que un adolescente de dieciséis años pueda no saberlo.
-¿Argentina?
Lo dice sin esperanzas. No le quedan muchas oportunidades, ya erró respuestas antes sobre géneros literarios y género periodístico. Si no sale de esa, está perdido.
-¿Te gusta ver fútbol? -pregunto, descolocando toda la mesa.
-Sí.
-Bueno, entonces seguís las copas internacionales que juega Argentina.
-Sí, sí -me apuró, seguro de salir del atolladero.
-Hay una en que juegan Ecuador, Chile, Perú. En esa copa está el nombre de nuestro continente.
Sonríe ampliamente y se cruza de brazos, relajado y triunfante.
-Ya sé la respuesta.
-¿Cuál es?
-Vivimos en el continente Toyota.