Revista Cultura y Ocio

George Frideric Haendel

Por Joaquintoledo

Alrededor de 1719 se le pidió que traiga nuevos cantantes, y él fue a buscarlos hasta Dresde. Para entonces era famoso ya en varios países, no pasaba hambre, tenían muchas admiradoras con las cuales compartió un romance, si bien no hubo nada formal, y entre 1711 y 1739 terminó por conquistar a la realeza inglesa componiendo alrededor de 25 óperas las cuales fueron estrenadas en el actual Teatro de su Majestad. En realidad para 1726 adquirió la nacionalidad inglesa si bien regresaba frecuentemente a Alemania, sobre todo para visitar a su madre. Finalmente uno de los exitazos que tuvo por entonces fueron los “anthems” que compuso para la coronación de Jorge II en 1727. ¿Qué era esto?, pues es un canto similar a un himno que es muy usado en el ámbito religioso de la Iglesia Anglicana.

En los años siguientes los éxitos continuaron y vivió una vida sin preocupaciones hasta que en 1737, a los 52 años, lamentablemente sufrió una apoplejía que no pasó a mayores. Sin embargo, su carrera enfrentó una pequeña crisis, pues los ingleses notaron que sus obras eran más y más de lo mismo. Además no entendían el idioma alemán y la mayoría de actores y cantantes eran extranjeros. Por tanto, se creó un nuevo género musical, el “oratorio”, el cual es un drama musical pero basado en pasajes de la Biblia. Mientras empezaba a mostrar los primero signos de que su vista estaba algo deteriorada, su genio no se apagó y terminó de componer el oratorio que lo hizo inmortal: “el Mesías”.
La primera ejecución de esta obra se llevó a cabo el 12 de abril en 1742 en Dublín, cuyos pasajes del “Aleluya” son universalmente conocidos. Si bien ya había intentado algunas especies de oratorios antes, no se pueden comparar a su obra máxima. En sí la obra narra la vida de Jesucristo en tres partes Nacimiento, Pasión y Triunfo.
La tradición cuenta que la demanda para el estreno de el Mesías fue tanta, que las señoras se vieron obligados a ir sin aros en las faldas, y los varones sin sus espadas para que pueda entrar más gente al auditorio, lo cual refleja la expectativa de una obra producida por Handel. Por otra parte, cuando el Mesías se estrenó en Londres por primera vez, hacia el 1743, se dice que el mismo Jorge II sintió tanta pasión que se puso de pie y empezó a gritar a coro el “Aleluya”. En algunos lugares donde se ejecuta tal composición aún es costumbre que las personas se pongan de pie para escuchar el canto. En el año 1749 llegó otra de sus obras populares, nos referimos a “Música para los reales fuegos de artificio en re”, donde asistieron alrededor de 12 mil personas al estreno y fue compuesta para celebrar el fin de la guerra de sucesión austríaca. En efecto, el rey Jorge II quiso celebrar la paz y no se le ocurrió mejor que un concierto a todo dar en el Green Park de Londres. Los preparativos tardaron alrededor de siete meses. Se dice que el día del estreno registró el primer gran embotellamiento de tráfico conocido en el puente de Londres, el cual duró alrededor de tres horas. Sin embargo no fue una muy buena experiencia, ya que, si bien los 101 cañones que resonaron no tuvieron la culpa, los fuegos artificiales sí ocasionaron un pequeño incendio en el cual, casi por suerte, sólo fallecieron dos personas.
Al año siguiente, 1750, Haendel ejecutó el Mesías con fines benéficos en ayuda del Foundling Hospital de Londres, al cual continuó apoyando hasta su muerte. Justo en 1750 es cuando su vista no le daba para más y temeroso de quedar ciego, acepta los horrores de una operación a los ojos sin anestesia, la cual sólo empeoró su condición y casi lo deja ciego. Al parecer tenía cataratas. Finalmente su última aparición en público fue el 30 de marzo de 1759. Murió el 20 de abril de ese mismo año con 74 años de edad, sin cónyuge ni hijos conocidos. Fue una terrible pérdida más para los ingleses que para los alemanes. Sus exequias se llevaron a cabo con todos los honores en el Poet´s Corner de la Abadía de Westminster. La mayor parte de sus riquezas, incluida una gran finca, fueron legadas a una sobrina en Alemania. El resto se repartió entre algunos amigos, sirvientes, conocidos, etc.
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