La TV es el arma cultural fundamental en nuestra sociedad, y ha conseguido determinar la forma en que la propia sociedad piensa y siente. La teoría del cultivoafirma que la TV nos hace sentir miedo porque cultiva en nosotros, de forma realista, constante y uniforme, una miserable representación del mundo. Y lo hace a través de dos conceptos fundamentales: mainstream o corriente principal -que remite a la homogeneización-, y resonancia, que hace referencia a la posibilidad de similitud e identificación entre la propia vida del espectador y lo que ve en TV.
En sus análisis sobre los contenidos televisivos en EEUU señalaba Gerbner que un espectador medio en una semana cualquiera puede ver aspectos de la vida personal y profesional de 30 policías, 7 abogados y 3 jueces pero sólo un ingeniero y un científico; que en franjas de máxima audiencia el delito multiplica por diez su presencia en la vida real y que es rara la aparición del sufrimiento derivado de lo anterior. La percepción del riesgo y el sentimiento de vulnerabilidad crecen en el espectador, a la vez que aumenta la conexión entre las ideas de violencia y legitimación.
Por otra parte, la TV presenta lo que algunos han llamado una demografía perversa ya que las clases, las razas, las profesiones, etc., representadas no responden en absoluto, ni tan siquiera se acercan, a la realidad del censo.
La TV es el medio de difusión principal de la mitología moderna, pero no sólo transmite esos mitos sino que también va creando otros nuevos, así como dando a luz a actitudes políticas. La TV es nuestro primer medio; empezamos a consumirla antes de saber leer, desde bien niños. La TV, a diferencia de un periódico, no necesita del 100% de nuestra atención; podemos ver TV mientras hacemos otras cosas. Es nuestra principal fuente de información y también de entretenimiento, y finalmente ambos conceptos, por la propia naturaleza del medio, se van entremezclando.
Con mayor amplitud busca, la teoría del cultivo, desarrollar los fundamentos sobre los efectos de los medios en nuestra sociedad, una sociedad dominada por ellos.
Decía Umberto Eco que “cada época tiene sus mitos”; en la época de su nacimiento era el Hombre de Estado y hoy el Hombre de la Televisión. Y contundentemente afirmaba que las nuevas dictaduras ya no serían políticas sino mediáticas. Eco, indudablemente, acertó.