Revista Cine
El duque más insípido de toda la faz de la tierra. El duque de Devonshire(Ralph Fiennes) ha concertado matrimonio con la jovencísima Georgina(Keira Knightly), con una claúsula principal:proporcionar al duque un hijo varón.
Georgina cree en el amor, pero ya se encarga su madre(Charlotte Rampling) de convencerla. Treinta años, calculo yo que separan al duque y a su joven esposa.
El duque posee los palacios más suntuosos, casa en Bath, criados, y es de lo más lánguido y aburrido, el pobre hombre. Georgina que a pesar de su juventud tiene inquietudes políticas y sociales enseguida simpatiza con la sociedad más alta, y desde luego que su estilismo, lo más "chic" and cool de la época. Estamos en el SXVIII, en una Inglaterra donde el duque pregunta de vez en cuando a su joven esposa por el cordero que han servido. Bonita conversación la del duque, más aburrido que un deshielo el soso Devonshire.
Georgina tiene que dar al duque un hijo varón. Y gracias a Dios que el apuesto Sr.Gray(Dominic Cooper), se convierte en el hombre al que amar, siendo ambos amigos de la infancia. Va para ministro el señor Grey, sus ideas entusiasman a la duquesa.
Pero como en todos los palacios, todo se sabe.
El duque rancio sería lo que hoy llamamos un chantajista emocional y vaya si lo es.
Excelente película de Saul Dibb, regada con una excelente fotografía digna de las mejores de los últimos años, Premio Oscar al Mejor Vestuario, y una adaptación de la novela de Amanda Foreman.
Georgina, una dama desgraciada entre las riquezas nunca soñadas, mujer valiente y arriesgada en una época en las que las mujeres no pintábamos nada. Menos mal que Georgina se rebeló. Y por eso mereció la pena tanto sufrimiento.