Gerardo Hernández Foto: Ladyrene Pérez/ Archivo de Cubadebate.
Para Gerardo Hernández la paz tiene un significado vital. Sólo quien ha tenido que prescindir de la luz natural y de la emoción al contacto con lo querido, por arriesgarse a defender la vida al punto de comprometer la suya propia, reconoce el valor de la tranquilidad ciudadana. Este domingo, Gerardo vivirá por segunda vez una primera vez. Después de más 16 años de condena, vuelve a celebrar un 26 de julio junto a los suyos. Pero los recuerdos quedan intactos en la memoria como un álbum de fotos cronológico. No se puede borrar lo vivido.
Sobre simbolismo personal con que Los Cinco celebraban desde la distancia física las fechas patrias de Cuba y de cómo aún en la cárcel los residentes en Estados Unidos no escapan a la manipulación mediática que sufre Cuba en fechas históricas para la Revolución como el 26 de julio y sobre sus motivos para defender sus ideas, conversa con Cubadebate a nombre de Los Cinco, Gerardo Hernández.
“Además del castigo normal, que significaba la prisión, teníamos determinados castigos adicionales y uno de ellos era que si queríamos ver televisión en algún momento, teníamos que padecer de la misma propaganda a la que está sometido todo el mundo en Estados Unidos. Por ejemplo, 20 de mayo, en Univisión particularmente, transmitían! Felicidades a Cuba por el día de la independencia! Y había veces que los presos que escuchaban eso, se viraban y me decían: ¡Oye, Cuba, felicidades! Y yo les decía! A mí no me felicites hoy, que yo no celebro todavía! -¿Pero por qué?- Y tenía que empezar a explicarles: -¡No, a mí me felicitas el 1ro de enero! Eran situaciones propicias para darle una clase de historia, porque ellos me felicitaban de buena voluntad. Eso sucedía constantemente: ¡Felicidades Cuba! ¡Felicidades!
“El 26 de julio, por supuesto, en la gran mayoría de los canales ni mención se hacía, aunque sí hubo oportunidades que en algunos canales en inglés, sobre todo cuando había un acto masivo, se hacía referencia a la fecha y explicaban un poquito a grandes rasgos. Yo siempre me enganchaba mi banderita, que ahí la tengo porque la pude recuperar. Aunque muchas veces la tenía puesta sin celebrarse ninguna fecha, en las célebres, las fechas conmemorativas nuestras, siempre la lucía y había gente que lo notaba y me decían: ¡Oye Cuba, estás de gala hoy! -No, es que hoy es un día importante-, les explicaba. Así sucedía el 1ro de enero, el cumpleaños de Fidel, 26 de julio… las fechas nuestras… Esa era la manera de conmemorarlas porque no podía hacer otra cosa. Aunque sí estos incidentes nos dieron la oportunidad para educar a muchas personas sobre este tipo de cuestiones, porque cuando veían por el televisor: ¡Felicidades a Cuba por el día de la independencia!, todo mundo pensaba que el día de la independencia de Cuba era el 20 de mayo porque no conocen el trasfondo político de esta desinformación.
“Por mucho tiempo los 26 de julio ocurría esto, hasta que ya después, con los años, la gente que llevaba mucho tiempo con uno, sabe. Y bueno, de más está decirte que lo mismo sucedía con el caso de Los Cinco. Nosotros siempre poníamos de ejemplo el caso nuestro cuando conversábamos con los otros presos. También se daba el hecho de que te pintan a la Cuba prerrevolucionaria como el paraíso terrenal. Yo siempre les hacía esta anécdota: Aun estando en la calle, escuchaba la radio de Miami para monitorear Radio Martí. Un día, después de una llamada de esas, hay una señora que llama y dice: ¡Ay Martha, esos comunistas que entran aquí a decir que…! ¡Eso es mentira Martha! Porque yo me acuerdo que nosotros teníamos el yate, Martha, y vivíamos en Miramar y entonces bajábamos y cogíamos el yate y salíamos a pasear las tardes lindas de Cuba. Y eso de que tú caías preso y te torturaban, ¡mentira Martha!, porque si tu conocías a alguien en el gobierno, te sacaba Martha. Y yo me decía: !Qué cosa más increíble que esta mujer dice!
“Cuando ya tenían confianza contigo te preguntaban, ¿esto era así? que fusilaban gente… Tenía que explicarles lo que encontraron en las estaciones de policía cuando hallaron todos los aparatos de torturar, de sacar ojos. ¡En la mente nadie cabe que se puedan hacer ese tipo de cosas y menos a los cubanos! En la mente de un muchacho eso no es fácil, necesitas procesarlo. Y aquellas bohemias con aquellas imágenes, de jóvenes asesinados, torturado que tiraban por el laguito con un niple en el pecho y decían que eran terroristas, ¡eso a mí me marcó!
“Cuando llegas allá y te ponen las imágenes de fusilados y te hablan de los fusilados de Castro, de los fusilados el Che, te reiteran una imagen muy famosa de Blanco Rico, creo que era el jefe de la policía. Cuando lo fusilan, me acuerdo el tipo con un traje blanco, la revista bohemia decía que sus últimas palabras habían sido: ¡Bueno, ya llegaron hasta aquí muchachos… sigan pa’lante con esta revolución…! ¡Y el tipo era tronco de asesino! Entonces ellos ponen la imagen esa cuando lo fusilan, el tipo cae para la fosa, y te ponen una imagen de los fusilados de Castro, pero nunca te dicen quién era realmente ese hombre. Entonces cuando te ponían un documental de este tipo, yo le decía a los muchachos: Sí, pero lo que no han dicho es quien era realmente ese hombre. Y entonces yo me ponía a hacerle el cuento de todos los aparatos de torturas que se encontraron en las estaciones de policías.
“Después, cuando nos llegó de Cuba el libro de los artistas que tiene diferentes obras “Desde la soledad y la esperanza”, y ahí hay una parte donde salen imágenes de esas Bohemias donde se mostraban esos mismos aparatos de sacar unas de sacar los ojos, y yo les decía: ¡Miren, ese era el paraíso que querían hacer ver que Cuba era antes! Creo que eso es algo en lo que nosotros tenemos que insistir, porque ahora mismo hablo con mis sobrinos, por ejemplo, y esas imágenes no las conocen, y es algo en lo que nosotros tenemos que seguir insistiendo para que la gente sepa qué era lo que ocurría aquí en realidad. Aunque hoy está de moda ponerte los carros de los 50, la arquitectura de los 50, la música de los 50, pero no se habla de eso otro que ocurría aquí. Tenemos que estar constantemente recordándoselo a los muchachos jóvenes, porque si dejamos que ganen la batalla los que te quieren pintar aquellos años como la época dorada en Cuba, estaremos muy mal.
“Por ejemplo donde hice el preuniversitario, en la antigua 14 estación de policías, estoy seguro que muchos muchachos de los que estudian hoy ahí, no tienen claro qué pasaba ahí antes, a cuantos jóvenes torturaron ahí en el sótano donde se da educación laboral. Hay que estar constantemente haciendo hincapié en eso, porque de lo contrario es una escuela más, una edificación más, pero cada lugar tiene su historia. ¿Cuantas veces no pasamos por al lado de un tarja y nadie se detiene a mirarla, y en esa misma esquina, en ese mismo lugar, pueden haber asesinado, por ejemplo, a un estudiante a balazos y la gente pasa por ahí como si nada? Pero eso pasa porque nacimos en un país tranquilo, en un país donde este tipo de crímenes no ocurren y lo damos como algo normal que ocurrió en una época.
Nosotros estos 16 años lo pasamos con jóvenes mexicanos, salvadoreños, hondureños, jóvenes estadounidenses, oyendo sus historias. El último compañero que yo tuve con 24 años tiene dos cadenas perpetuas, y me decía: “Cuba” lo que pasa es que yo me he criado en este ambiente, mi padre tuvo que meterse en pandillas para poder mantener a mi familia, y entonces yo crecí viendo eso. Una vez llegaron unas camionetas a mi casa buscando a mi papá y él se escondió, cogieron a mi tío, se lo llevaron, y al otro día cuando amaneció estaba muerto; y eso dividió a mi familia para siempre, porque mi abuela nunca perdonó a mi papá porque dice que por su culpa mataron a mi tío. Pero es así- me dijo- en esa ciudad tus sales con tu novia, tienes que hacerlo con tremendo cuidado, porque pasas por el lugar equivocado y viene alguien y te dice: esa muchacha me gusta, y te la arrebata de las manos y nunca más la vez.
“Recuerdo que la primera vez que me hizo esta historia, yo de ingenuo le pregunté: ¿pero ustedes no pueden denunciar a esa gente con la policía? Y él, después de reírse por mi pregunta, me contestó: la policía trabaja para ellos.
“Eso es un caso de un país latinoamericano, pero en Estados Unidos es igual. Mi prisión, era la prisión de máxima seguridad más cercana a Los Ángeles. La crema innata de la pandilla de Los Ángeles iba para ahí, y eran los compañeros de cuarto de uno, y las historias son… Ellos decían están los pandilleros de la avenida 37, la ganga de la 37, la 41, los locos de no sé dónde… Si cruzas para un lado de esos, y no eres de esa zona, te caen a tiro.
“Desde que nacen es en ese ambiente. Ellos me decían: Mira “Cuba”- porque a veces yo me ponía a conversar con ellos y me preguntaba qué factores llevaban a un muchacho de 24 años a una prisión de máxima seguridad cumpliendo dos cadenas perpetuas- Me decían, mira el problema es que cuando entras a la primaria aquí, tienes dos opciones, o eres pandillero o eres abuzado por las pandillas, y entonces es preferible ser pandillero antes de ser abuzado. Y después que te metes en ese mundo, un día te ponen una pistola en la mano y te dicen hay que matar a aquel que esta allá, y tienes que ir a hacerlo porque si no, te los dan a ti.
“Nosotros cuando hablamos de los logros de la Revolución, internacionalmente se reconoce la salud, la educación, pero a veces se habla poco de la tranquilidad ciudadana, la seguridad que tenemos nosotros aquí, que un muchacho puede estar jugando hasta de madrugada en la esquina de su casa que no le pasa nada, y cualquier turista se puede meter en el barrio más malo que haya, que lo más que le puede pasar es que le arrebaten una cadena o le saquen una cuchilla y le digan dame el dinero, eso en el peor de los casos, pero en cualquier país de esos, en pleno día una bala perdida puede matar a cualquiera. ¡Cuántos casos de ese tipo no se han dado!
“Nosotros en la prisión teníamos un micro-mundo. Tú entrabas al comedor y las mesas de los afroamericanos estaban a un lado, las de ciertos hispanos para otro, y cuidado con equivocarte y sentarte en una mesa que no es la que te corresponde, porque te podías buscar un problema. En el patio también era así, y eso es un reflejo de la misma sociedad: el barrio de los negros, el barrio de los blancos…
“Tenemos el tremendísimo privilegio, con todos los problemas que tengamos, de que nuestra sociedad no padece todavía de esos males, y ojalá que no los padezca nunca; y tenemos que hacer lo que sea necesario para que eso nunca llegue aquí. Pero también tenemos que educar a los jóvenes, que ellos sepan que gozamos de ese privilegio, porque ellos nacieron con eso y la mayoría no conoce lo otro, y lo dan por sentado, y creen que así es en todo el mundo, y no lo valoran, por eso es que hay que estar educando constantemente.
“En ese sentido la prisión fue para nosotros una tremenda escuela también, porque como decía, vivíamos en un micro-mundo ahí adentro, y conocimos problemas de muchísimos lugares del mundo, que desgraciadamente son comunes en muchos países.
“Somos víctima de los grandes medios y la gran maquinaria de publicidad que tiene el imperio para resaltar lo que les conviene resaltar, la bobería, la banalidad… Y es un bombardeo constante las 24 horas, y desgraciadamente hay gente que se piensa que eso es todo, que el capitalismo es una casa con piscina, dos carros; y Haití no es capitalismo, y Centroamérica eso no es capitalismo, y los barrios pobres de Estados Unidos, eso no es capitalismo. ¡Capitalismo es lo que les convine a ellos enseñar!
“La batalla ideológica es una gran batalla que tenemos que hacer con los jóvenes. Tenemos que librar esa batalla, si lo hemos hecho en otras cosas, cómo no lo vamos a lograr en el plano ideológico que es súper, importante mucho más ahora, porque la parte buena es que posiblemente se nos llene esto de turistas, pero la parte mala es que también se nos llene de publicistas de lo que es aquello allá, o de lo que quieren enseñar que es aquello.
“Esta fecha conmemorativa para nuestro pueblo marca nuestra contienda victoriosa que culminó con el tremendo triunfo de 1959. Estamos viviendo la experiencia de que a dónde quiera que vamos, caminamos por nuestras calles, vamos a nuestros centros de educación y hay algo que se vuelve habitual, y es que nuestros compatriotas nos dicen: gracias a los Cinco, gracias por lo que hicieron por Cuba, pero nosotros también estamos conscientes de que tenemos que agradecer. Pienso que detrás de esta victoria hay muchas heroínas y muchos héroes anónimos que no tienen horario de trabajo: mañana, tarde, noche, madrugada muchas veces, o muchas horas de desvelo; y que aportaron sus esfuerzos para que hoy los Cinco puedan estar disfrutando aquí junto a nuestro pueblo y viviendo estos momentos de felicidad.”
Por: Yosbel Bullaín Viltres, Yuliat Danay Acosta
Via:: Diario Mayabeque