"Es de común acuerdo con el club, independientemente del partido", dijo durante una rueda de prensa
Cuando Gerardo Tata Martino conquistó el Torneo Final 2013 en Argentina con el equipo de sus amores, Newell's Old Boys, no se podía ni imaginar lo que le esperaba. Posiblemente, vivir una de las experiencias más extrañas de su carrera, culminada con la pérdida de un título tan importante como la Liga con casi todo a favor, en lo que también supone su despedida.Martino dejará el club pese a haber firmado hasta el 30 de junio de 2015. Le quedaba una campaña pero se acogerá a una cláusula firmada en su momento que permitía rescindirlo de forma unilateral. Era su debut en un banquillo europeo, en un fútbol que conocía por su experiencia como jugador del Tenerife, con el que precisamente había debutado en el Camp Nou.
Aceptó casi a contrarreloj un reto tan importante como asumir la dirección técnica del Barça. Fueron las circunstancias, esas circunstancias que nadie hubiera querido vivir. Tito Vilanova iba a iniciar su segunda campaña al frente del primer equipo, pero la maldita enfermedad que padecía le obligó a renunciar. Se especuló con diversas alternativas pero al final el elegido fue Gerardo Martino, avalado por sus recientes éxitos en Argentina.
"Si no ganáramos ningún título, sería un fracaso porque este Barça está diseñado para ganarlos", dijo el Tata en su primera rueda de prensa como entrenador del FC Barcelona. Títulos. Martino sabía cuál era la exigencia no solo en el qué sino también en el cómo. Ganar pero también gustar. Mantener la esencia de lo elaborado por Guardiola y Vilanova en los últimos años.
El Tata se encontró con una estructura técnica ya formada y que debía continuar. Pero él tampoco renunció a sus fieles colaboradores. Pautasso, Paolorosso, Marcovich, Coria... había 'overbooking' en el vestuario y contraste de opiniones, de formas de trabajar. Las nuevas tecnologías aplicadas en los últimos años contra el regreso de las libretas y las fotocopias. Entrenamientos con un son muy diferente al acostumbrado por la plantilla. Difícil combinarlo todo.
La Supercopa de España, ganada al Atlético de Madrid por el doble valor de los goles en campo contrario, fue el primer y único éxito de Martino. Pero el de Rosario sabía que en el Barça eso sabía a poco. Muy poco. El equipo no podía perder la cara a las grandes competiciones y llegar a lo más alto, a pesar de los obstáculos que irían apareciendo por el camino. Las dudas sobre si Messi y el recién llegado Neymar 'casarían' sobre el campo, las lesiones de cracks como el propio Leo o Víctor Valdés, los problemas extradeportivos por cuestiones económicas, la polémica sobre la contratación de Neymar que conllevó la dimisión de Sandro Rosell, las amenazas de la FIFA al modelo de La Masia por presuntos fichajes irregulares... un cúmulo de tormentas que afectaron, y mucho, al equipo.
A nivel personal, a Martino también le golpeó la trágica noticia del fallecimiento de su padre. Y cómo no, el fatal desenlace de su antecesor en el cargo, Tito Vilanova. Un hecho que conmocionó no solo al barcelonismo, sino a todo el mundo del fútbol.
En lo deportivo, el Barça 2013-2014 se apuntalaba en la firmeza de los resultados y de su liderato pero sin convencer. Le llovieron palos a diestro y siniestro por perder la 'sagrada' posesión de balón en Vallecas, en un partido que el Barça ganó al Rayo Vallecano... ¡por 0-4! Cada punto perdido despertaba más dudas. Encima, la Liga dejaba de ser bipolar para añadir otro candidato que iba a dar guerra hasta el final, el Atlético de Madrid.
Los colchoneros fueron un equipo imposible de superar para el Barça de Martino. En seis enfrentamientos, cinco empates y una derrota blaugrana, que llegó en la vuelta de los cuartos de final de la Champions League, por 1-0. Las esperanzas de conquistar el título europeo de los del Tata se hundieron en el Manzanares. Fue el inicio de seis días negros, en los que parecían perder la Liga tras caer en el campo del Granada y en los que vieron cómo una carrera de Bale en Mestalla les dejaba sin la Copa del Rey.
Gerardo Martino se había despedido de la Liga el pasado 3 de mayo, después de que el Getafe le empatara el partido en el último minuto. "Igual no merezco una segunda oportunidad", declaró el día que prácticamente todos los barcelonistas arrojaran la toalla. Solo el director deportivo, Andoni Zubizarreta, apelaba a las matemáticas. Nadie podía esperar entonces que los otros dos candidatos, Atlético y Real Madrid, empezaran a fallar.
El destino daba una nueva opción, casi impensable, a Martino para 'campeonar'. Caminando sobre el alambre sin red, eso sí. Porque solo así se puede definir un empate en Elche que podía costar caro y que fue de salvación después de que el Atlético hiciera lo propio en casa ante el Málaga con mano milagrosa final de Willy Caballero y que ese mismo día el Real Madrid enterrara en Vigo unas opciones de título que empezó a desperdiciar ante el Valencia y en Valladolid.
Y Martino y los suyos han tirado por la borda ese último regalo, empatando contra el Atlético. Final infeliz del argentino, con la decisión de irse más que tomada antes de que se disputara esta final de la jornada final. Posiblemente -o más que posiblemente-, sintiéndose incomprendido y desubicado. La historia le convertirá en uno de los protagonistas de una temporada que cierra ciclos, pero no como a él le hubiera gustado y como hubiera merecido un personaje cabal pero superado por lo que no esperaba. Hasta siempre, Tata.