Entre las historias de España que no se enseñan está la del tercio sur de EE.UU. que fue suyo casi siempre en pacífica convivencia con los indios, al contrario que la violenta conquista posterior anglosajona.
Tan cruenta que los nativos privados de sus tierras, registradas como propiedades suyas por los españoles, y casi exterminados.
Una de las obsesiones de la profesora y escritora Elvira Roca, autora del exitoso estudio “Imperiofobia y leyenda negra”, es la de considerar a anglosajones culpables de la leyenda que le creó fama de genocida al impero español, haciendo heroicos a los exterminadores anglos.
Roca forma parte de una generación de escritores e historiadores que reivindican las colonizaciones españolas frente a la leyenda negra.
Aunque se excede al acusar al protestantismo de la cruenta conquista anglo, cuando en general sus predicadores se oponían a los depredadores igual que los monjes españoles lo hacían ante los aventureros que sólo buscaban oro.
Acaba de recordar en un artículo la figura del legendario jefe apache Gerónimo (1820-1909), que hablaba español, era católico, y había nacido al norte de México, recién independizado de España, en la frontera con el actual EE.UU.
Dirigió a los apaches contra la opresión yanqui, pero también contra el México independiente desde 1821 que los traicionó apoyando a EE.UU. contra su gente.
Sus antepasados rara vez habían peleado contra los españoles, con los que además de conservar sus tierras obtenían protección alrededor de las misiones y cuarteles frente a anglos y tribus norteñas más guerreras.
Gerónimo es un héroe, heredero de una colonización española que llenó el territorio de misiones y escuelas, aportó conocimientos agrícolas, ganaderos, incluidos sus imprescindibles caballos, y convivió con los nativos hasta que unos y otros fueron aplastados por los anglos y sus séptimos de caballería.
Claro que ahora los hispanos vuelven y Donald Trump quiere impedirles la entrada con un muro infranqueable.
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SALAS