Como profesional dedicado a asistir a la evolución terapéutica y espiritual en el ámbito individual, he sido testigo en innumerables ocasiones de cómo el conocimiento de uno mismo, con la intención y el esfuerzo adecuados, promueve un proceso de transformación. Con tiempo y dedicación, el proceso de autoconocimiento permite desactivar la personalidad infantil patogéncia y condicionada. Todavía más, puede conducir a la emergencia de un nuevo nivel de conciencia más profundo que el pensamiento, las emociones, los deseos y las sensaciones; una conciencia más profunda donde tienen su asiento la experiencia de ser y la sensación del significado de la vida. Eso es algo que, si bien constituye nuestra verdadera naturaleza, en la así llamada condición civilizada permanece en un estado oscurecido o velado, similar al sueño.
Claudio Naranjo. Sanar la civilización.