Revista Cuba

Gestión de la comunicación: consecución de una agenda global

Publicado el 12 octubre 2024 por Eduardlis Bárbara Cortellán Conesa @Eduardlis

Para Cuba, la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un compromiso del Estado y una prioridad que asumimos en estrecha vinculación con nuestro Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030.

Como ya se ha señalado, la agenda apunta a una transformación social y a una nueva forma de concebir espacios y territorios. Ello precisa de otra comunicación que, más que ser funcional a un objetivo o que difunda contenidos unidireccionalmente, genere entornos propicios para la participación de la ciudadanía en el diseño de políticas de desarrollo sostenible. Y más allá de estas políticas, que también genere iniciativas individuales o sociales comprometidas con esta agenda.

Este paso de la difusión a un abordaje más comprehensivo de las distintas dimensiones comunicativas se acerca más a la aspiración real de la Agenda 2030, y también la convierte en potencialmente posible.

Entre estas dimensiones de lo comunicativo que precisa la comunicación que tendrá el potencial de hacer locales los ODS se destacan las más relevantes:

. El acceso a la información, transparencia y rendición de cuentas: Es muy importante que la información fluya, para que las sociedades crezcan a partir del conocimiento y no de la ocultación. Es imprescindible saber para entender en qué hay que trabajar y de qué manera hacerlo.

. La dimensión participativa: «La comunicación para hacer locales los ODS dinamiza flujos de información y procesos participativos que son puestos al servicio de la lógica del bien común»

En los tejidos comunicativos de los gobiernos locales tenemos que ser capaces de pensar cómo crear mecanismos de articulación de la diversidad desde caminos múltiples que respeten cada cultura participativa (teniendo en cuenta que la cultura no es un ente inmóvil sino que está en perpetua transformación). Construir una visión compartida a nivel local, implica procesos consultivos y decisorios sobre cómo integrar los ODS a los planes de desarrollo.

La dimensión educativa: La comunicación para el cambio social, aunque se ejerza desde lo local, siempre tiene la mirada puesta en lo que ocurre en el mundo, aporta ese marco para plantear los retos de las identidades, de la injusta distribución de recursos. También hace frente a los monopolios cognitivos desde la diversidad y, frente a las violencias urbanas, promueve la cultura de paz.

La dimensión transformadora: La comunicación que se precisa para hacer realidad los ODS en las ciudades transciende los ciclos políticos y pone el foco en la ciudadanía, en los cambios estructurales. Cambiar la consigna política, añadiendo un compromiso, si no es real, será contraproducente. La exhibición del discurso de la sostenibilidad y la igualdad (y no solo la inclusión de los excluidos) precisa de la compañía de acciones locales de transformación desde procesos participativos.

La Gestión de la Comunicación es esencial pues de ella depende para hacer locales los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) puede sumarse a toda esta fuerza que emana de la innovación social, aprovechar la articulación y el activismo creativo de las personas que la habitan, que la imaginan, que proyectan su visión de ciudad sostenible aunque todavía no sepan que está ligada a la consecución de una agenda global. Mirar en los barrios, en las asociaciones de mujeres, en la cultura que se despliega en sus calles y aprovechar el palpitar de ese corazón vivo que late en cada espacio de la ciudad.

A mi juicio resulta indispensable tejer buenas estrategias de comunicación interna para hacer locales los ODS. Los cambios de cultura interna, por lo tanto, tendrán que tener fuertes apoyos políticos para acabar con la opacidad, con aquellos que gestionan la información en su propio beneficio.

La Agenda 2030 implica un tránsito a sociedades ecológicamente sostenibles, con igualdad de género y más igualitarias. Hacer locales los ODS no es internacionalizar ni localizar; es más bien integrar y dar coherencia a los planes de desarrollo local porque van ligados a cuestiones fundamentales del desarrollo sostenible de las ciudades, que transcienden sus territorios y fronteras citadinas.

No es trasplantar una agenda extraterrestre sino que implica el debate con agentes sociales, con la ciudadanía. La Agenda 2030 está en construcción y las ciudades, eligiendo los elementos y materiales con los que cuenta, tienen mucho camino por delante. No es un camino fijo, sino en movimiento y en transformación continua que tiene que adaptarse a la cultura y diversidad de cada territorio. Ciudades diversas que precisarán de trajes diversos; pero también hay muchas buenas prácticas y soluciones que se pueden compartir en condiciones de igualdad.

La comunicación para el cambio social de las ciudades precisa de objetivos claros en sus distintas dimensiones: informativa, participativa, educativa y de transformación. No habrá ODS locales sin un fuerte compromiso, ligado a equipos y estrategias, además de presupuesto de comunicación para el cambio social.

La cultura es el corazón del desarrollo sostenible. El cambio cultural es imprescindible para afrontar el objetivo de contar con ciudades sostenibles. Para ello es necesario que los gobiernos locales trabajen coordinadamente con la creatividad y la innovación que fluye en la ciudad.

Para que los gobiernos locales puedan ser los principales facilitadores en las ciudades de la consecución de los ODS es imprescindible un cambio en el modelo de gobernanza, de gestionar los liderazgos para que los procesos de comunicación dejen de estar centralizados en beneficio de una coyuntura y que empiece a abrirse a la coparticipación y a la cocreación.


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