Revista Salud y Bienestar

Gestión del cambio: ¿luchando contra nosotros mismos?

Por Saludconcosas @manyez
Gestión del cambio: ¿luchando contra nosotros mismos?
Trabajar a diario en una organización compleja obliga a aprender a gestionar el cambio. El sistema sanitario en el mundo actual, rodeado de tecnología, noticias, presiones políticas y profesionales, necesidades, etc. obliga a que haya que replantear los procesos, las funciones y las formas organizativas de vez en cuando. Sin embargo, la realidad que nos rodea en el sistema público muestra que la agilidad para cambiar es casi un chiste, y la inercia se convierte en el eje principal de todo.
Dejando al margen las obligaciones normativas (muy rígidas en ocasiones), es fundamental aprender a gestionar el cambio y principalmente las resistencias al mismo. Y para eso, recurrimos a un post imprescindible de Amalio Rey titulado "20 ideas sobre cómo gestionar las resistencias al cambio" que incluye un modelo de 6 pasos para optimizar la gestión de las resistencias:

1. Discernir: Antes de librar una guerra contra las resistencias, conviene escucharlas con humildad por si transportan señales que indican que el cambio buscado es erróneo. 2. Colaborar con ellas: Aprovecharlas de algún modo para muscular el cambio y hacerlo más robusto (R.Sennett: “seleccionar un aspecto de la resistencia con el que puedas trabajar”) 3. Reajustar las expectativas temporales: Echarle paciencia si la resistencia se prolonga más de lo esperado (R.Sennett: “posponer el deseo de terminar”) 4. Cambiar el orden: Confrontación selectiva, enfrentándonos primero a las tareas y elementos del problema que más rápido generen progresos 5. Reformular el problema: Cuestionarnos las premisas iniciales para reconfigurar la estrategia con nuevos protagonistas 6. Hacer la guerra: Sólo si no queda más remedio, confrontación directa y sin cuartel. Destruir los focos de resistencia tóxica a base de un buen arsenal de antibióticos.Seis ideas que pueden ayudarnos en muchos problemas que surgen a diario en las organizaciones sanitarias. Y para acabar, nos quedamos con una de las ideas que incluye Amalio en su post: no todo lo nuevo es mejor que lo viejo. Algo que ha bautizado como la soberbia del innovador.


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