En cualquier actividad profesional la gestión del estrés es una parte esencial para obtener los mejores resultados posibles. Los escritores también afrontamos el estrés como una herramienta más de inspiración y para alcanzar objetivos.
Gestionar el estrés bien no es tarea sencilla, requiere que cada uno conozca perfectamente los grados de ansiedad que puede soportar para dosificar los mismos en un proceso creativo que nos conduzca a los objetivos establecidos. Necesitamos controlar el estrés para que se convierta en un factor de motivación que nos impulse a escribir, a documentarnos y a buscar o crear historias interesantes. Esa motivación extra que nos imponemos se traduce en sacar lo mejor de nosotros mismos con una actitud positiva y estimulante. Los especialistas sostienen que el estrés es un potenciador cognitivo que mejora algunos aspectos de la inteligencia y de la destreza mental. Doy fe. Montones de estrés me han ayudado muchas veces a lograr objetivos importantes.
Gestionar el estrés a través del estado físico también ofrece buenos resultados. El ejercicio y la actividad física aumentan el rendimiento intelectual al provocar altos niveles de adrenalina y endorfinas. Doy fe de ello también. Montones de actividad física intensa me han ayudado a ser más creativo y estimular la inspiración para cualquier emprendimiento.
Un estrés bien gestionado y controlado hace maravillas: permite mayor inspiración, escribir más y mejor, elegir buenos argumentos, captar fielmente la realidad que nos rodea, activar la creatividad y actuar con mayor inteligencia. El dominio sobre el estrés es la clave, ya que un estrés descontrolado también puede ser fatal. Aprender a gestionarlo significa dominar una herramienta poderosa que nos será muy útil en el proceso creativo.