Hay términos que merecen una explicación. Imaginamos que Resiliencia es uno de ellos. Y sobre todo si lo aplicamos al mundo de la gestión de personas.
Desde un punto de vista físico, resiliencia es la capacidad de un material a volver a su estado inicial tras una acción de transformación, de cambio, incluso de deformación. Desde un punto de vista “humanista”, resiliencia es la capacidad de un individuo a empezar de cero. Sí, así de sencillo.
¿Y por qué está de moda este término en la gestión de los recursos humanos?
Por una tendencia acusada en toda persona, en todo profesional, a acomodarse en lo que sabe hacer. Tendencia inversamente proporcional a la capacidad de innovar o de aclimatarse a las innovaciones (procesos, tecnología, incluso conocimientos y destrezas). Se trata de evitar el “vivir del pasado”, que dirían algunos autores. Hay objetivos, sistemas, procesos… que demandan innovación. Y es ahí donde podemos aplicar la resiliencia a la Gestión de Personas.
Gestionar desde la resiliencia, por tanto, es desarrollar personas, y al mismo tiempo fomentar la innovación, la transformación, el cambio en los modos de hacer de nuestros profesionales, no desde lo que saben hacer sino desde el convencimiento en hacerlo de otra forma. Nada fácil, por cierto.
Podemos escribir líneas y líneas acerca de cómo gestionar personas desde la resiliencia. Pero, desde la vocación de este blog de resultar concreto y práctico, dejamos escritas tan solo 5 posibles medidas que nos ayuden a que nuestros equipos, nuestros profesionales, fomenten esa capacidad de “empezar de cero”.
1- Borre el pasado
Para provocar la “resiliencia”, empiece por borrar el pasado. Dicho de otra forma, eso que antes resolvía así, ahora no vale. “No te dejo que lo hagas así. Házmelo de otra forma”. Sí, este es el principio, la “adversidad” que provoca una reacción en el individuo y, sobre todo, la necesidad de reinventar.
2- Elimine la cultura del miedo
Para volver a empezar, hay que vencer el miedo a equivocarse. Si tan seguros estamos de que “antes” hacíamos bien las cosas, la tendencia será siempre volver a “lo conocido”. Pues hay que quitar el miedo a fallar. Más allá, hay que crear cultura de que el fallo es un paso más hacia el éxito, no un resultado “per se” negativo.
3- Implante un sistema de medición de esfuerzos
No lo base todo en resultados si no quiere volver a los mecanismos del pasado. Valore el intento, la novedad… y hágalo desde el reconocimiento de que solo “intentarlo y esforzarse en el nuevo camino” ya es un resultado en sí mismo… positivo.
4- Permita la “locura” y el desenfado como variables
Simplemente fomente el optimismo, el humor, las ganas de hacer cosas distintas… con elementos que ayuden a crear un ambiente de ilusión… llegando incluso a la “locura”. Haga de cada iniciativa, de cada golpe, de cada avance… un acontecimiento. Y dinamice e incentive también desde lo “diferente”.
5- Fomente el “riesgo controlado”
Pero no pierda de vista el último fin: innovar para mejorar. Ni internamente, ni externamente, es permisible un fracaso estrepitoso que redunde en su cuenta de resultados. Proteja la innovación desde el control de los riesgos. Poner colchones también debe ser tarea de un buen gestor.
Seguiremos hablando de resiliencia. Y de personas. Hay mucho más sobre lo que profundizar. Pero, la pregunta que le dejamos es sencilla… ¿en qué proyecto de mejora va a empezar a probarla?