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Gigolá. Lesbianismo en el París de los sesenta.

Publicado el 14 marzo 2011 por Crowley
Gigolá. Lesbianismo en el París de los sesenta.
“Para nosotras las garçonnes, vestirnos como dandis, de smoking, con sedas salvajes, terciopelos y rasos, usar bastón, o el famoso monóculo no era una cuestión de mujeres, sino una filosofía de vida, una exigencia de nuestra ética”.Laure Charpentier.
La estrechez de miras es muy mala en según qué casos. La sociedad, por suerte en el tema de la definición sexual, está cambiando y  hoy en día los tabúes en cuanto a condiciones sexuales se refiere, están desapareciendo a pasos cortos, pero firmes (aún queda mucho camino que recorrer en ese viaje de autodeterminación corporal). La homosexualidad, tanto masculina como femenina, pero más la primera que la segunda (el machismo ha de estar presente hasta en esto), es aceptada mayoritariamente como lo que es, una opción más para definir la condición de cada individuo. Un derecho a elegir libremente a quién amar, independientemente de si es hombre o mujer, abriendo fronteras y límites nunca imaginados en el pasado (al menos, no abiertamente).
Es tal vez por ello, que esta novela, de la que hay adaptación fílmica homónima, se ha podido publicar ahora y no cuando realmente fue concebida, allá por 1972, cuando la censura no dejó que viera la liz, debido a las escenas de sexo explícito y transgresión que contienen sus páginas. Estamos hablando de "Gigolá", de Laure Charpentier, editada en nuestro pais por la exquisita Cabaret Voltaire (siempre detallista y con ediciones muy cuidadas y atractivas al ojo).
Gigolá. Lesbianismo en el París de los sesenta.La protagonista de la historia, es Laura, una "garçonne" fatal, elegante, despiadada, atormentada, errática, fría, soberbia y carismática, conocedora de la noche parisina que se mueve por el barrio de Pigalle, por Place Blanche y por los garitos homo del Boulevard de Clichy, como un pez lo haría en el agua. Se deja mantener por mujeres acaudaladas a las que satisface y por prostitutas a las que protege y explota en lugares donde el hombre tiene prohibida la entrada y en la que el cuerpo no es sino una vía de conseguir dinero por medio del sexo.En un principio, en los años 20, las garçonnes eran mujeres emancipadas e independientes que se cortaban el pelo a lo "garçonne" y vestían faldas muy cortas (como la protagonista de "Die Büchse der Pandora" de Pabst).
Luego, en los años 30, como la protagonista de esta historia, pasaron a denominarse así a las mujeres vestidas con traje de hombre, con monóculo, siempre fumando y en compañía de mujeres muy femeninas.Laure Charpentier, artífice también de la adaptación fílmica a la que hacía mención, es todo un icono y un símbolo para gran parte del colectivo de lesbianas, ya que contribuyó enormemente a su visibilidad.
Lo que hace interesante a este libro, más que recomendable, no es ya el tema de fondo, que puede mover a más de uno por puro morbo (lo cual sería un error ya que lo que se cuenta está tratado con belleza, incluso en los momentos más duros, y con carácter de rotundidad), sino por la visión de la estética de la homosexualidad femenina que se da, que poco tiene que ver con ese falso concepto prefabricado por mentes arcaicas, que consideran a toda mujer lesbiana poco menos que un hombre (en cuanto a comportamiento y aspecto físico). Aquí la protagonista, al igual que la autora, gusta de cuidar muchísimo su aspecto físico, buscando glamour, distinción y personalidad propia en todo cuanto lleva puesto o complementa a lo que viste. Aquí, en el libro, lo interesante, es que, independientemente de la condición sexual de quien protagonista el relato, lo que vivimos es una historia de personas con sentimientos y afectividades. Porque en el fondo, es un libro rápido, vertiginoso, cortante, que gira sobre la posibilidad de recuperación de la esperanza y de la capacidad de amar.
Y no se equivoquen, que pese a su temática, supuestamente delimitadora y excluyente, este es un libro para todo el mundo y ello es posible gracias a la autenticidad que desprenden las palabras de Charpentier, palabras que se erigen como un verdadero canto a la libertad.
Gigolá. Lesbianismo en el París de los sesenta.Al censurarse en su momento esta posmoderna visión de la estética homosexual, la autora, al refexionar sobre ello en una entrevista realizada por Lydia Vázquez Jiménez que acompaña al texto al final del libro, nos dice que "el uso de la fuerza para defender posturas, enquista el embrutecimiento, convirtiéndolo en moda". 
Luchemos entre todos, no ya sólo en este campo, sino en la vida en general, para desterrar de las mentes obtusas e inquisitoriales todo vestigio de embrutecimiento que no hace otra cosa que empobrecernos como seres humanos.

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