El amor.
Al otro día volvió, empezamos diariamente a darle miguitas de pan e incluso le pusimos nombre: Gilberto, ocurrencia de mi papá. Pasó mucho tiempo, ya era nuestra mascota, estábamos acostumbrados a sus visitas diarias en busca de alimento, incluso en tardes lluviosas hacía su aparición. Hasta que un día tardó más de lo habitual en visitarnos, lo esperamos bastante tiempo y no llegaba. De pronto, apareció... pero esta vez se quedó mirándonos de lejos. Observamos bien y vimos que cerca suyo había otro como él, u otra, como reflexionamos posteriormente. Se acercó como siempre, comió algunos trocitos de pan, nos miró y se marchó. Nunca más lo volvimos a ver. Había encontrado el amor.Como dijo una estimada y querida amiga mía, “estas son las cosas sorprendentes de la vida”. Y sí, estas cosas son las que hacen reflexionar más allá de lo que siempre tenemos en mente. Un animal muchas veces nos demuestra más ternura que un ser humano. Gilberto, mi mascota puertas afuera, nos agradeció todas esas migajas de pan presentándonos a su amada en la despedida.
Quise compartir esta historia para que pensemos, hay muchas cosas lindas que podemos apreciar más allá de lo que está delante nuestro, hay detalles hermosos de la vida que es necesario compartir.