La agencia de medicamentos estadounidense (FDA) ha dado luz verde a la comercialización del medicamento antirretroviral Truvada, que tiene el marchamo de ser el primer tratamiento preventivo contra el VIH destinado a personas sanas con alto riesgo de contraer el virus a través de sus relaciones sexuales. Está fabricado por Gilead Sciences Inc., la empresa que creó el ya famoso Tamiflu. Me llama la atención que es para personas sanas (lo llaman profilaxis pre-exposición), es decir, para todo el mundo casi. Ese es el sentido de la prevención, claro. Es evidente que el negocio de prevenir es mucho mayor que el de curar. Sobre todo de prevenir ingiriendo fármacos.
Quienes lo deseen pueden ver cuáles son las organizaciones “antiSIDA” financiadas por Gilead en 2011 a través de “becas de formación sin restricciones” entre otras para dar a conocer la enfermedad, detección precoz del VIH o para mejorar la adherencia al tratamiento. Es decir, para generar el mercado del medicamento.
Desde 2004, Truvada se utilizaba como tratamiento para pacientes que ya estaban infectados por el virus del VIH. Lo que ha conseguido Gilead es que ahora todo el mundo sea susceptible de obtener una receta del mismo. Un éxito en lo que a ampliación de mercado se trata. Truvada puede reducir el riesgo de contraer la infección por VIH en más de un 44%. No parece mucho ¿no? Ni la mitad de las personas que lo consuman se verán beneficiadas por el preparado. Eso sí, al igual que todos los medicamentos, Truvada puede producir efectos adversos, aunque no todas las personas los sufran. Pero habrá quien los sufra sin que en su caso sea efectivo. La lista de efectos adversos es larga. Entre los muy frecuentes están:
“Diarrea, vómitos, ganas de vomitar (náuseas), mareos, dolor de cabeza, erupción. Sensación de debilidad, debilidad muscular”.
Para cuestiones más técnicas recomiendo este artículo, sencillo y concreto. Como escribe su autor, se puede llegar a inducir a error sin tener que mentir. Por cierto, concede especial importancia a los daños que puede provocar Truvada en los riñones.
En resumen, la farmacéutica de la que era accionista Donald Rumsfled (secretario de Defensa estadounidense en la era Bush) durante la primera gran campaña de marketing del miedo (la de la gripe aviar), nos ofrece a las personas que estamos sanas que tomemos un medicamento para no infectarnos y tener SIDA pero a más de la mitad de quienes lo tomen no le hará efecto y buena parte de quienes lo hayan consumido tendrán potentes efectos secundarios.