Yo era gilipollas emocional. Solo así se entiende que ni el feminismos más efervescente me librase de perdonar una infidelidad embarazada de mi primer hijo. Seguramente tampoco he sido nunca especialmente dependiente. Eso que dicen de la dependencia emocional.
Así que estaba en plena fase de gilipollas emocional.
Estaba confusa casi todo el tiempo acerca de casi todo. No sabía si mi ex era un buenazo incomprendido, o es que era malvado que yo cuestionaba. La cuestión es que no tenía amigos, ni relación sana con casi nadie, al menos que yo conociera. Y la verdad es que tras diez años de relación se fue a refugiar en casa de una exnovia que yo no llegué a conocer en persona, pero con la que algún día quedó sin estar yo presente.
Tenía una especie de vida fantasma que yo intuía pero que casi nunca podía confirmar.
Así que sentía gran parte del tiempo confusión. Otra parte de ese tiempo sentía una especie de paranoia celotípica, cuando yo en realidad, no soy celosa ¡ni mucho menos!
Puede que fuera una gilipollas emocional porque aún siendo una persona bastante liberal, no había pactado en ningún momento no conocer ese mundo fantasmal que a ratos intuía.
Ya te digo que ni siquiera mi más radical feminismo de la época me libró.
Perdoné la traición más de una y de dos. O quizás no era perdón, sino excusa. Le excusaba de comportarse conmigo como un traidor constantemente. De arruinar mis planes de vida, minar mi confianza y derribar mi autoestima.
Pero la gilipollas emocional que había en mí lo perdonaba.
Así viví en esa especie de niebla emocional durante unos diez años.
Pero de todo se cura una, se recupera la confianza y se tiene una vida de verdad.
Porque lo otro no era vida de verdad. Era como si a todo mi mundo lo cubriera una niebla desigual donde deja invisibles algunas zonas que conviene no ver.
Sales y ya está. Se acabó.
Me preguntan mucho si se recupera la confianza.
SÍ.
Pero en otros.
A los diablos, decía García Marquez, no hay que creerlos ni aunque digan la verdad.
Creer al mismo que te miente antes, nunca es una buena idea.
Porque te va a joder la vida más tiempo.
No le interesa que tengas la capacidad de discernir lo bueno de lo malo, ni lo real de lo falso.
Y eso afecta a tu vida por completo.
Este mes de Abril lo he sentido.
Mi cuerpo me recordó que me traicionó.
Y a ellos, ex y acoplada, se lo recordó su cuerpo.
Los cuerpos tienen huella emocional.
Esta es mi cara ese día que pasó, lo he buscado en Google Fotos.
Estaba realmente guapa.
Y esta es mi foto días después.
Varios días después y muy guapa, tengo estas fotos.
Y la gilipollas emocional de dentro abre los ojos y dice ¡qué carajo, el gilipollas es él!
Así fue como me enteré después de separarme que ella le mintió con un cáncer. Y también decía que sus padres adoptivos le habían retenido más de 1200 cartas de su madre biológica.
Ni tenía cáncer, ni las cartas eran verdad. Y a saber qué más mentiras cuenta por ahí.
Y te pasas a ese lado de la vida donde no hay varias versiones sino una sola realidad.
En esa realidad nueva, a mi ex lo mandé con quien le consintiera sus mentiras. La misma que le mintió con un cáncer. Ahí siguen, tal para cual.
Se perdonaron todo, porque el perdón da superioridad moral a quien lo ejerce y eso les vale.
No entienden porqué no les perdono y sigo resentida. La verdad es que me da lo mismo lo que piensen de mí.
Total, mucho peor es lo que pienso yo de ellos.
Mi realidad ahora es real.
No es mentira.
Esa realidad es que tengo una marido que está bueno, un bebé precioso, un hijo y una niña que se me la voy haciendo mía con el pasar de los años.
Un marido en el que confío.
Porque se puede confiar en la gente.
En gente como mi marido se puede confiar. No miente.
Confiar en los demás es sano.
Confiar en gilipollas no es sano.
Y la gilipollas, no era yo.
Un largo camino para darme cuenta que la gilipollas no era yo.
Y un largo artículo, con un montón de fotos para darme cuenta que echo de menos correr.
Todo para decirte, cariño, esposo:
Te amo. Te quiero muchísimo. Tú y yo somos un equipazo. Lo estamos consiguiendo. Estamos logrando salir adelante con nuestra familia. Reanudar a lo grande nuestras extraordinarias carreras profesionales. Estamos dando todo. Criando una familia extraordinaria con más gente de la cuenta. Ni mil ejércitos de exs nos desvían de nuestro objetivo.
Ni las noches sin dormir, ni las sobrecargas de trabajo, ni la crianza intensiva nos van a hacer renunciar a lo que estamos dejándonos la piel en conseguir.
Se puede ¡por supuesto que se puede!
Te adoro y te necesito, lo reconozco. Desde mi incapacidad emocional.
Un abrazo
Eva