Revista Libros

Gillian Bradshaw - Ciudadano del Imperio

Publicado el 22 marzo 2011 por Polonius

Gillian Bradshaw - Ciudadano del Imperio

Hermógenes estaba casi dormido cuando el carruaje se detuvo.

Había alquilado el vehículo aquella mañana en Ostia; era una carreta de cuatro ruedas con un toldo de lona, tirada por una recua de cuatro mulas y conducida por un arriero con aspecto villanesco y una cicatriz de cuchillo en la mejilla. El vehículo tenía un banco a cada costado: Hermógenes iba sentado en uno, los esclavos en el otro, y en medio llevaban el equipaje. El viaje, de casi cuatro horas, había comenzado con un lento traqueteo a través de la ciudad de Ostia y había proseguido por una importante calzada. Al principio Hermógenes lo contemplaba todo con inquieta curiosidad: las calles y casas de Ostia, las huertas y los viñedos de la llanura del Tíber, los cipreses, las colinas azules a lo lejos... Pero hacía un día caluroso, y las mulas avanzaban a un ritmo cansino por una vía bien pavimentada. El ruido sordo y el balanceo del carruaje resultaban soporíferos y hacía meses que Hermógenes no dormía bien. Poco a poco lo venció el aturdimiento.

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