En un solar irregular, caracterizado por un rotundo desnivel de más de 12 metros entre las calles Guadalquivir y Joaquín Costa, había de construirse un polideportivo conforme a la idea descrita por los propietarios del Colegio Maravillas.
El encargo primero de realizar el gimnasio en el complicado solar desnivelado y de planta trapezoidal, anejo al colegio, le fue hecho al arquitecto Alfredo Ramón-Laca Primo, cuyo proyecto recibió el visto bueno de la propiedad y fue aprobado por el Ayuntamiento en Abril de 1959. En la memoria del proyecto -según recoge Miguel Angel Baldellou en un trabajo sobre de la Sota- Ramón-Laca ya desarrollaba la idea de aprovechar la cubierta del gimnasio para ampliar la rasante del colegio en la calle Guadalquivir, agrandando el patio de juegos descubierto. La construcción se inició en este mismo año, pero por algún motivo la obra se paralizó y el colegio encarga un nuevo proyecto a Alejandro de la Sota.
Así las cosas, la nueva propuesta mantenía el semisótano bajo la rasante de la calle Joaquín Costa y la idea del patio de recreo sobre la cubierta del edificio deportivo. En lo demás, las diferencias frente al conjunto de ideas convencionales del proyecto inicial, hicieron que el nuevo proyecto de Sota supusiese una ruptura radical con aquel otro.
Lo que hace de esta obra “de autor” un trabajo digno de interés y estudio son las soluciones dadas al problema inicial planteado por las características del solar, aplicándolas a las exigencias del encargo. A esto hay que sumar las aportaciones que el arquitecto hizo más allá de los requisitos de la propiedad y a la cual, una vez planteados y ejecutados, satisfizo pues cumplió con las expectativas ofrecidas.
El campo de juegos en el techo, la cancha casi bajo el suelo y las aulas colgadas en el aire. El croquis de la sección dibujado por Alejandro de la Sota sugiere libertad de movimientos en todo el volumen ideado: deportistas, estudiantes, luz y aire se mueven sin obstaculos y en armonía.
La diferencia de cotas entre las dos calles a las que daba el solar y que obligaba a encajar el volumen de una manera poco convencional, condicionó todo el proyecto.
Para empezar era necesario crear un espacio iluminado y ventilado. También era preciso que la fachada a la calle Joaquín Costa, entonces Paseo de Ronda y calle principal con abundante tráfico, tuviese la condición de no permitir el paso de los ruidos que distrajesen la atención de los alumnos, por lo que la iluminación debería provenir desde lo alto del edificio. La altura permitía aprovechar el espacio en tres alturas que mezclesen los usos propiamente deportivos como cancha, gimnasio y piscina con otros de tipo académico como aulas.
La respuesta dada por de la Sota al problema de cómo cubrir el gimnasio sin soportes intermedios fue el uso de cerchas, en el interior de cuyos cantos se incluiría un aulario retranqueado, que no tocaba la fachada y que cerrado con cristaleras dejaba pasar la luz al gimnasio y al mismo tiempo la recibía en su interior.
La ventilación se resolvió con entradas de aire en la parte baja a ras de suelo junto a la fachada que una vez caliente salía al exterior por las aberturas ideadas en la parte superior en unas rejillas en el patio del colegio, por lo que la renovación de aire es constante.
En el interior del gimnasio, unas cerchas parabólicas invertidas, envuelven un espacio para la practica del deporte tan decididamente vibrante como tecnológicamente avanzado para su época.
“Hay un tratamiento del diseño, así como un uso de materiales tecnológicamente avanzado, muy de acuerdo con la finalidad de la construcción y su uso, con un excelente tratamiento cromático y de las texturas. Se trata de una obra de plena madurez del arquitecto, revolucionaria en cuanto a las soluciones innovadoras, que en su momento representó un hito en la arquitectura española por su austeridad y sincretismo, así como por su extraordinaria utilización de pilares y cerchas metálicas vistas, en acertada combinación con la fábrica de ladrillo visto (…), y el cerramiento de vidrio, con los miradores en que se rematan las aulas y el plano inclinado con que resuelve el lucernario que ilumina el gimnasio…” (Arquitectura de Madrid. Tomo III, página 405)
“Alejandro de la Sota inventó una sección para el nuevo edificio en la que un sencillo esquema estructural resolvía todos los condicionantes del proyecto: un pilar en fachada y otro cerca del terreno en los que apoyaría una viga triangulada de gran canto con el cordón superior recto y el inferior curvo, que parece colgado del primero. Este conjunto se repite cada seis metros. Bajo las vigas se ubica el gimnasio, que aprovecha la mayor altura de los extremos para situar la entrada de la luz desde el sur, y la grada de espectadores en el lado norte.”
(Enrique Domíngez Uceta -El Mundo, 1998)
___________________________________________________________________________
Gimnasio del Colegio Maravillas, Madrid (1960-62) de Alejandro de la Sota
“Detrás las razones de la calidad de la arquitectura española contemporánea ha sido reconocida la influencia de Alejandro de la Sota quien, más o menos directamente, ha sido maestro de toda una generación cuyos consolidados éxitos se extienden desde las contaminaciones lingüísticas de Rafael Moneo hasta el laconismo de Josep Llinas. En el complejo de la obra de la Sota, el Gimnasio del Colegio Maravillas de Madrid asume la encarnación paradigmática de su enseñanza. A lo largo de la calle de Joaquín Costa, vía transversal del gran eje del Paseo de la Castellana, este edificio se configura como un compacto volumen adosado a la base, con un desnivel de 12 metros, al ya existente Colegio Maravillas, del que ocupa el espacio del patio, anteriormente definido como un talud de unión con el nivel de la calle. La dificultad particular de la situación fue asumida en el célebre esbozo de la solución del proyecto que, según el programa propuesto, es capaz de coordinar la distribución no sólo del gimnasio, más también de una piscina, de un conjunto de aulas y de un campo para juegos al aire libre. El edificio consta de una serie de espacios que, superpuestos unos sobre los otros, absorben y confieren forma a la totalidad del desnivel del terreno dando lugar a una estructura de sólo una fachada. En el piso inferior, casi enterrado, se encuentra la piscina y al nivel de la calle el volumen principal del gimnasio, cuya organización estructural determina totalmente el carácter del edificio.Con una extensión de 20 metros, siete vigas reticulares tipo “puente” -cerchas- en acero, apoyadas sobre finos pilares también de acero, se suceden transversalmente en intervalos de 5,6 metros liberando el espacio interno de la cancha; las mismas vigas constituyen los límites de ámbito lateral de una serie de espacios calcados en sección sobre su propio perfil; aquí se encuentran situadas las aulas, en las que la “panza” de las cerchas es justamente asumida como perfil y anfiteatro. La cubierta se encuentra al final del nivel de la base del edificio del colegio, dotándolo de nuevo del patio que se le había sustraido, que queda al aire libre. Sobre una de las cabeceras transversales del nuevo volumen realizado se añadió el bloque de los espacios de servicio y de unión entre los diferentes niveles.
En el interior del gimnasio, a lo largo del perfil de cara a la tierra, en el estrecho espacio entre éste y la línea de pilares, se han colocado las gradas de una pequeña tribuna; en el lado opuesto, bajo la línea de los pilares con el límite de la calle, el volumen del edificio se define como envoltura aplicada sobre la estructura portante a través de dos fajas superpuestas: el plano interrumpido por una pared de fajas de ladrillo visto en la parte inferior y una sucesión de diferentes superficies vidriadas en lo alto. La articulación de esta última viene determinada, ya por razones de iluminación y de ventilación natural en el espacio del gimnasio, aulas y anfiteatro, ya por motivos de manifestación de la consistencia de la estructura que se encuentra detrás. Esta manifestación es, sin embargo, parcial en la faja inferior. Realmente, observando el detalle constructivo, se advierte que el muro de ladrillo funciona como una pantalla avanzada respecto a la estructura, cuyos intercolumnios están en el interior ocultos por un muro de ladrillos huecos enfoscados aunque sin cubrir la cabeza de las columnas. De tal tratamiento se evidencia cómo al tejido externo en ladrillo visto se le asigna un particular papel de conexión del edificio en la continuidad del desarrollo de la fachada edificada a lo largo de la calle. Al mismo tiempo, la autonomía de la construcción queda demostrada por medio del uso de materiales diferentes en la parte superior, como permanece siempe legible en el espacio interno. En esta parte, la pared externa en ladrillo visto y la interna enfoscada no tocan directamente el suelo por la interposición de una faja continua de ventanas de ventilación.
La referencia de la Sota a la obra de van der Mies puede ser, por tanto, similar a la solución en detalle a los principios generales de un modo de hacer arquitectura, aquel que evita la repetición de formas predeterminadas.
Por lo demás, el mito de la Sota entro los arquitectos españoles se nutre también del hecho de que van der Mies reconoció la relación de la forma de hacer de de la Sota con la suya, cuando en una visita al Gimnasio del Maravillas lo definió como una arquitectura que él habría querido proyectar.
El aprovechamiento espacial de un esqueleto estructural determinado por la simple condición a una necesidad práctica, por una parte, y la creación de una piel de cobertura igualmente sencilla y barata, además de original, por la otra, definen el cristalino carácter de la obra, que emerge con fuerza del contraste entre la composición del volumen exterior y la mayor elocuencia del espacio interior, donde se percibe la complejidad funcional del encargo”.
Y como Alejandro de la Sota sintéticamente ha explicado acerca de este trabajo: “Los temas simplifican y nos ofrecen posibilidades. La arquitectura no requiere que recurramos a ella; aparecerá por sí sola”
Texto: Vicenzo Riso
Traducción: Enrique F.
____________________________________________________________________________
“La existencia de otro espacio similar al empleado por Sota para su gimnasio, al otro lado de la iglesia del colegio, siempre fue una tentación para continuar la ampliación. Era un proyecto casi inevitable que se ha hecho realidad en estos días (1998). Con el nuevo curso se inaugura la nueva ampliación del Colegio Maravillas realizada por los arquitectos Gonzalo Polo Arias y Fernando Meléndez Andrade. Su proyecto apenas guarda relación con la obra maestra de Sota. La nueva ampliación presenta, como la anterior, su volumen enterrado bajo el patio de juegos del lado este, y establece varios elementos de acceso y enlace con el viejo gimnasio, pero el resto de la disposición e, incluso, de la estructura -hormigón armado-, apenas tienen nada que ver con la obra previa. Hay un eco de Sota en la iluminación y en el uso de colores cálidos en el interior. Una traslúcida biblioteca al sur llena de luz el espacio común central y las aulas y salas son recorridas por suaves luces veladas. Donde más ha cambiado de carácter el edificio ha sido en su alzado a la calle de Joaquín Costa, en el que se ha prolongado la fachada del gimnasio a lo largo de un derribado cuerpo previo y de la nueva ampliación. Lo que antes era un pequeño alzado discreto y contenido ahora es una gran estructura formal que sigue, con mimética elegancia, el lenguaje de Sota en el gimnasio, pero introduce un fuerte cambio de escala y ritmos que hace irreconocible lo original dentro del conjunto.” (E. Domíngez Uceta- 1998 )
Referencias.-
VV.A.
Arquitectura de Madrid, siglo XX
Fundación Antonio Camuñas
Editado por Tanais Ediciones, S.A.
Madrid, 1999
Baldellou, Miguel Ángel
Alejandro de la Sota
Serie: Arquitectos en Madrid
Ayuntamiento de Madrid, 2006
Vicenzo Riso
Palestra del Collegio Maravillas, Madrid (1960-1962) PDF
WWW.laterizio.it
VV.AA.
Arquitectura de Madrid. Ensanches
Edita Fundación COAM
Madrid, 2003
Introspección Magistral
J. M. FERNANDEZ ISLA
El Mundo, 2006
El Gimnasio es una catedral
El País, 2009