Revista Viajes

Ginebra, elegancia en el Lago Leman

Por Chama

A Ginebra hay muchos modos de llegar; se puede llegar en tren, en vuelos bastantes baratos, pero nosotros llegamos en coche, lo dejamos en la zona centro y entramos en un hotel donde nos cambiaron unos pocos Euros en Francos suizos. Nos dirigimos a la zona del lago para ver el auténtico emblema de la capital, el Jet d’Eau. Llegamos y había unos puestos donde se celebraba unas fiestas y aprovechamos a tomar algo mientras paseábamos. Fuimos cerca del esta fuente artificial para observarla y nos pareció realmente alta, 140 metros de altura del surtidor que podían ser vistos desde cualquier punto de la ciudad. No en vano, los ginebrinos, aparte de sentirlo como un patrimonio muy especial, la consideran un auténtico monumento líquido.

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Jet d’Eau

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Horloge Fleurie

Caminamos hacia el Jardín inglés, donde alberga el Monumento Nacional de Ginebra: una estatua de dos jóvenes mujeres que simbolizan la unión de Ginebra a la Confederación suiza. También hay un reloj de flores decorado con más de 6.000 plantas y una majestuosa fuente de bronce como homenaje a la industria relojera de Ginebra. Con sus 5 m de diámetro y sus 17,7 m de circunferencia, el Reloj de Flores es el reloj más grande del mundo.

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Puente Mont-Blanc

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Parc de Bastions

Después cruzamos el Puente Mont-Blanc y fuimos a pasear por el casco antiguo. Subimos por la parte vieja a través de calles empinadas, que nos transportaban a la Edad Media, cuando la vida de la ciudad giraba entre sus murallas. Pasamos al lado del el Parc de Bastions, que fue el primer jardín botánico de la ciudad. Actualmente es un bello lugar situado en el corazón de la ciudad. Tiene un restaurante y un espacio de juego al aire libre con piezas de damas y de ajedrez gigantes.

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Antiguo Arsenal

Nos acercaremos  al Hotel de Ville –el ayuntamiento-, frente al cual se halla el antiguo arsenal, formado por cinco cañones que en el pasado protegían la ciudad. Descansamos aquí ya que nos cayo una tromba de agua importante y estuvimos esperando que parara un poco.

Una vez que acabó e llover nos dirigimos a buscar un sitio donde cenar y aprovechamos para pasar por delante de la Catedral de Saint Pierre, cuyo frontón y cúpulas se inspiraron en el Panteón de Roma. Adoptada en su día por Calvino, uno de los líderes reformistas protestantes, como iglesia madre.

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Catedral de Saint Pierre

Encontramos un sitio pequeño pero muy agradable para cenar, cenamos unos crepes que estaban muy buenos y nos quedamos bastante rato ya que era un lugar muy agradable para descansar, con tan mala fortuna que cuando salimos empezó a llover y pudimos llegar al coche empapados.


Ginebra, elegancia en el Lago Leman
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