Tantas veces la vida me ha enseñado,
que ya creo no saber nada...
Brillen pues las luces de los justos
bajo el manto de esta ciénaga de escarcha, brillen las verdades como los incombustibles luceros lucen bajo las almohadas más gruesas y pesadas.Y ya no me importa lo que aprendí ni no que aún no sabes,y no me incumbe lo que supiste o lo que ignoro a estas alturas lejanas; porque ya sólo me seduce, cielo, este cielo que nos cubre y la tierra que nos abrace mañana al anochecer nuestra era, traslúcida libélula de ámbar.Sólo como invisibles vuelos de grises aves,
o como el grito de amor de una cigarra, sólo un recuerdo, justo cuando se ha olvidado, será el paso nuestro, mi cielo, sobre el tapiz de esta casa de locos donde hemos bordado el dechado de nuestra dulce historia de aire.Y regresar podría sobre mis renglones justo llegado el último suspiro, corregir podría mis rimas, corregir estos mis torpes giros, más nunca será más tersa la piel de este sueño que tú y yo vivimos sin haber nunca jamás dormidoesta larga noche de invierno.