Revista Cultura y Ocio
Dos circunstancias han cambiado el curso de la trama narrativa de estos días de agosto: reordenar el escritorio y limpiar el polvo de unos estantes. Por salud mental, una mañana apilé en la mesa del salón, en montones diferentes que respetaban su colocación anterior, todos los libros que ocupaban mi escritorio —conté cincuenta y uno. Estaba decidido a realizar una especie de expurgo en tres categorías: 1ª. Libros leídos sobre los que, por falta de tiempo o de ganas, no he escrito; aunque han estado ahí durante meses por esa posibilidad. 2ª. Libros no leídos, y solo hojeados que encontrarán su ubicación a la espera de retomarlos. 3ª. Libros que sigo necesitando a la mano y que volverán a esta mesa menos concurrida y solo con lo inminente, con trabajos aún en fárfara —unas reseñas de encargo y las páginas que todavía debo sobre la poesía de José Antonio Zambrano, cuyas obras siguen por aquí— o con novedades sobre las que espero encontrar el momento para escribir. De 1ª he colocado libros de poemas que habrían merecido un comentario, sin duda, por lo mucho que me sugirieron. Así, Poética del desamparo, de Juan Carlos Pajares (Eolas Ediciones, 2016), Teorema de los lugares raros, de Ángel Minaya o Música, de Pablo Martín Coble, ambos publicados en la colección de poesía de El sastre de Apollinaire en 2017 y 2021, respectivamente. Volveré a la casa poética de Julio César Galán que es su antología Con permiso del olvido (Pre-Textos, 2021) y a uno de sus heterónimos más celebrativos, el Pablo Gaudet de ¿Una extraña orquídea o un superviento estelar? (Bala Perdida Editorial, 2021). También a las variaciones poéticas del vacío insoportable del poemario en verso y prosa de Eduardo Moga Tú no morirás (Pre-Textos, 2021), que leí después de los ejercicios métricos de Rodrigo Olay en Vieja escuela (Rialp, Adonais, 2021), extendidos, por decir algo, en su preciso y brillante estudio sobre El endecasílabo blanco: la apuesta por la renovación poética de G. M. Jovellanos (Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, 2020), que, por estar en la 3ª categoría, sigue aquí conmigo. He colocado agradecido libros que retratan a Ezequías Blanco: los poemas hospitalarios de Tierra de luz blanda (Los Libros del Mississippi, 2020), la edición crítica de los Diálogos de amor de León Hebreo (Diputación de Salamanca, 2019) que incluye un proemio de Carlos Clementson en el que sostiene que el Duque de Rivas se inspiró en el Inca Garcilaso de la Vega para el protagonista de su Don Álvaro o la fuerza del sino; y la novela «histriónica» Nuevas nuevas sobre Colón (Luceat Ediciones, 2020). Lecturas agradecidas también de La piel dulce (Sial Pigmalión, 2021), de Luciano García Lorenzo, o de los poemas más tempranos de María Antonia Ortega en La hebra larga. La luz es una ciega desnuda (Turpin Editores, 2021), segunda entrega de «Alondra» de José Manuel Martín (Gráficas Almeida), la colección que reseñé aquí. También hay otros libros en prosa…