Hace 2 o 3 años -no recuerdo bien-, mi mujer me regaló una novela titulada “Gladiator” (Philip Wylie, 1930), que rezaba en la portada “La novela que inspiró Superman”, que fue lo que motivó la compra y regalo, realmente, por mi condición de superfan del personaje.
Siendo del género sci-fi con el subtítulo de “la novela que inspiró Superman”, he de reconocer que esperaba algo más “extraterrestre”, no obstante, la novela no empieza nada mal, y la sinopsis, fuera de comparaciones con el hombre de acero, tiene más en común -casi- con Frankenstein (o el Capitán América).
La historia comienza en el cambio del siglo XX. El profesor Abednego Danner vive en un pequeño pueblo rural de Colorado y sufre un desgraciado matrimonio con una mujer conservadora y religiosa. Obsesionado con desbloquear el potencial genético Danner experimenta con un renacuajo, que termina rompiendo el recipiente en el que estaba confinado, y con una gata preñada cuyos cachorros demuestran una fuerza y velocidad increíbles con las que mutilan a animales más grandes. Temiendo que los gatos se vuelvan incontrolables Danner les envenena. Cuando su mujer se queda embarazada de su primer hijo Danner repite su experimento en su mujer sin su conocimiento.
Es realmente duro leer la frialdad con la que el padre se deshace de sus experimentos, fallidos y no fallidos, sin dar muestra de compasión o tristeza. Primero un pez, que casi se suicida, pero con los gatos, he de reconocer que me dolió. Más frío aún resulta el momento en que, estando la mujer embarazada, el padre decide drogarla e inocularle su poción. Me sorprendió también, porque era algo que esperaba, que el embrión de Danner no reventara el vientre de la madre preñil. Por suerte para la madre, no fue así.
A partir de aquí la historia se vuelve simpática, el bebé da muestras de fuerza sobrehumana y habilidades fuera de serie, hasta el punto que tienen que hacerle una cuna de hierro forjado para que no haga destrozos.
Crece, va al cole, va a la universidad, se enamora, se mete en el equipo de football americano, se enamora 4 veces más, deja la universidad, se mete en un circo, se embarca, se alista en la legión extranjera, mata muchos nazis en la IGM, llega a teniente, etc, etc. Su vida transcurre mientras intenta encontrar su lugar en el mundo.
La única comparación que realmente puedo hacer con Superman es la evidente “superfuerza”, pero nada más. Ni la concepción del personaje es similar (experimento vs. alienígena) ni su forma de afrontar las cosas es similar (mientras que Clark suele meditar sus movimientos, Hugo Danner se deja llevar -habitualmente- por sus emociones).
Ahora bien, el momento de escapar de todo y meterse a marino me recordó a El Hombre de Acero, al inicio de la película, mientras Clark Kent intenta “encontrar su lugar en el mundo”, como Hugo Danner. Fuera de este episodio, se me terminan los ejemplos comparables entre personajes.
Es una novela bastante tranqui y fácil de leer (Philip Wylie no es ningún escritor complejo), y buscando por la red descubrí que tuvo una “adaptación” al cine en 1938, en formato de mala-comedia: Un estudiante vuelve a la universidad y se une al equipo de football. Él es patético, hasta que bebe una poción que le da superfuerza.
También tuvo una adaptación al comic (curiosamente por parte de Marvel) en 1976, y más tarde en 1987 una especie de spin-off de Hugo Danner apareció en el cómic de DC “Young All-Stars”: Iron Munro es el hijo ilegítimo de Hugo Danner. Mucho después, ya en 2005, DC volvió a inspirarse en Gladiator para publicar “Legend”.
Hacer hoy en día una nueva adaptación del personaje sonaría a refrito -aunque sea anterior a todos los otros personajes de los que veríamos el refrito-, sin embargo, me gustaría verla. Con un modesto presupuesto y una correcta elección de los personajes, se podría producir una interesante película. Los episodios de la IGM tienen escenas muy interesantes (y duras), y podrían ser el eje central de la acción.
Bueno, después de esta disertación literaria, os dejo seguir disfrutando del domingo
pd.- momentos vergonzosos para la traducción literaria, por cierto, en la novela… escribir “vistes” no tiene perdón de God.