Cuando durante la primavera de 1.928 Cartier llevó a cabo dos encargos para Gladys Marie, hacía apenas 7 años que la bella norteamericana había contraído matrimonio con el IX Duque de Marlborough y ya era poseedora de una de la colección de joyas más impresionantes que conozco.
Cartier recibió el encargo de realizar dos broches en forma de ramo de hojas para los que ella aportó casi la mitad de los diamantes. El centro del más grande estaba diseñado para engastar en el centro una esmeralda.
Estas dos piezas serían rediseñadas por su propietaria más adelante, ya que en la subasta de sus joyas que se realizará en 1978 aparecen con un diseño bastante diferente. Las piedras centrales se reemplazaron por una especie de pasta verde ya que se habían vendido por separado anteriormente.
En esa misma época Gladys encargó a Holmes & Co que comprara en su nombre una pulsera de diamantes en una subasta. La joya que constaba de un diamante central de 48 quilates rodeado por un borde de diamantes tenía un diseño muy típico de finales del S.XIX y se adquirió por 1950 libras de la época.
En su colección de joyas también destacaban dos anillos muy estilosos ambos montados en oro. Uno era una esmeralda de cabujón montada entre zafiros y el otro un zafiro, de más 12 quilates y engastados entre esmeraldas. El zafiro era descrito como de mejor calidad y se cree que era de origen Kashmir.
Otra importante joya de su colección era un collar de diamantes formado por 14 diamantes que sumaban un total de 130 quilates; con una piedra central más grande tenía aproximadamente 21, 66 quilates. Parece probable que esta joya fue adquirida en Chaumet’s a mediados de los años 20.
La vida amorosa de esta bellísima mujer comienza cuando apenas es una adolescente y tras el fallecimiento en 1901, de su padre. Gradys decide pasar seis meses en Blenheim, donde coincide con El Príncipe Heredero Guillermo de Prusia que quedó totalmente prendado de ella, fue tal la locura que sintió en esos días que la hizo entrega de un anillo que era propiedad de su madre. Gladys le correspondió dándole una pulsera. El Príncipe heredero volvió a Alemania enfermo de amor y sin anillo. El Kaiser pronto se dio cuenta e insistió en que devolviera el anillo inmediatamente, Gladys se lo devolvió de mala gana recuperando su pulsera.
Después de esta aventura amorosa Gladys pasó un tiempo en Roma con su madre en la hermosa Villa Farnese en Caprarola. Fue probablemente durante este periodo cuando recibió una pulsera de oro de Castellani, de estilo clásico, con la inscripción “fides probitas forma pudicita”. Las itinerantes joyas de la familia Castellani estaban muy de moda a principios de siglo XX.
En 1916 encargó a Boldini un retrato que capturó su extraordinario encanto. En el retrato lleva un elegante colgante de perla y diamante, típico del estilo “Garland” tan popular a principios del siglo XX. Es impactante el contraste entre esta sencilla joya y las opulentas piezas que llevó como Duquesa de Marlborough.
El 24 de junio de 1921 se casó por fin con el Duque después de éste divorciarse. La ceremonia religiosa se llevó a cabo en casa de su primo Eugene Higgins. Gladys llevaba un maravilloso vestido de oro y plata, y en su mano izquierda llevaba un soberbio anillo con un diamante de 12 quilates. Era el anillo de compromiso del Duque y la primera gran joya que recibía como Duquesa de Marloborough.
Durante los años 20 y principios de los 30 fue cuando adquirió sus joyas más sensacionales. El Duque de Marlborough compró por 3,500 libras una “tiara de 25 grandes perlas en forma de gotas cuajada de brillantes” que supuestamente perteneció a la Familia Imperial Rusa. Uno de los días más recordados en los que luciría la tiara fue durante la celebración del 60 cumpleaños de su marido, Gladys apareció resplandeciente con un vestido clásico empedrado con turquesas azules y su regia tiara.
Un año después de su muerte a los 97 años, se subastaba un cofre con algunas de las últimas joyas que habían permanecido en su poder.
Gladys fue una mujer increíble de la que el escritor Marcel Proust, diría: “nunca vi a una chica con tal belleza, magnífica inteligencia, bondad y encanto”. Aquellos que la conocieron en su juventud coincidían con Proust en que era extraordinariamente atractiva, y durante años perseguida por muchos de los solteros más codiciados de Europa.
En el momento de su muerte, parece ser que la Duquesa cansada de una vida frívola estaba pensando ingresar en una orden religiosa católica de Italia, ella se había convertido a esta religión al final de su vida.
He encontrado un curioso vídeo hecho el día de su boda:
http://www.britishpathe.com/video/duke-of-marlborough/query/Marlborough
Imágenes: