Anoche se celebraba en Granada la fiesta GlamourShopping by Mango con cócteles a cargo de Campari y maquillaje a cargo de MAC, así que yo, como buena adicta al maquillaje que soy, allá que me fui a que me pusiesen más guapa si puede ser (que una no está mal para la edad que tiene, oyes!) y a ver si algún trapito se metía en mi bolso y nos íbamos a casa juntos.
Lo de los cócteles tuve que dejarlo porque a LaNena no le iba a hacer nada bien (aunque igual así hubiese dormido mejor, por aquello de la morriña previa a la borrachera) y porque, una mujer glamurosa, aunque queda muy bien con un cóctel en la mano, no luce igual de bien si empieza a decir tonterías después de tomárselo y como yo no acostumbro a beber y ya digo tonterías sin hacerlo, no quería dejarme en evidencia, así que, de los cócteles pasé.
Respecto a la fiesta, entrar ayer en Mango en plena calle Recogidas era una misión entre imposible y suicida. Lo de imposible lo digo porque si no tenías la invitación pertinente no se podía entrar y lo de suicida porque, entre tanto globo, percheros, gente y glamour rezumando por todas partes, si se te había ocurrido ir en deportivas y ropa “de madre”, estabas cometiendo el peor suicidio social que se puede cometer entre tanta gente guapa, porque, aunque no lo especificase en ningún sitio, si vas a una GlamourShopping el glamour se presupone y ayer quedó de manifiesto en Mango. Zapatos de tacón, vestidos con brillo, shorts, lentejuelas… todo valía para destacar y ser visto en una noche en la que, si solo vas a mirar por lo menos, que te miren a ti. Si, me sentí como pez fuera del agua pero es que una hace mucho que no va a este tipo de eventos y más bien está acostumbrada a camisetas anchas y con botones o escote por donde alguna teta pueda salir a respirar y ser absorbida y devorada por LaPequeñaChupoptera así que, cuando llegué y vi todo ese glamour y a toda esa gente guapa quise volverme a casa y meterme bajo la manta pero no lo hice. Yo había ido al evento como reportera, a documentarme para después contaros a todas vosotras, mis queridas adictas, qué se coció, quién lo hizo y si puede ser, por qué.
Como ya he comentado, una vez pasada la vergüenza inicial y habiendo entregado mi invitación pasé dentro, donde los percheros se agolpaban llenos de jerseys de lana, camisetas de cuello vuelto, vestidos de punto y demás trapitos varios que, a pesar de estar bien de precio (entre los 10 y los 30€ los más básicos), no llamaron en exceso mi atención como para querer esperar la interminable cola hasta la caja, así que, no me animé a comprar ninguno.
Una vez dada la vuelta de reconocimiento inicial, pude ver dónde se habían situado las ChicasMAC y también la cola que había para ser tocada por sus expertas manos. Esa cola sí que la aguanté. Esperé paciente, sumergida en ensoñaciones de ahumados perfectos, viendo cómo se empleaban con las chicas que estaban delante de mí, recibiendo visitas de amigas inesperadas como Zoraida que habían decidido dar una vuelta, o María de Due Cosmetics que, al igual que yo, quería ser tocada por aquellas manos experimentadas. Después de casi dos horas de cola amenizadas por una buena conversación con María, por fin llegó nuestro turno.
Me senté en la silla frente al espejo y comenté con la chica que Vanessa, mi ángel particular en Benefit, me había recomendado que preguntase por Lorena (que no Yolanda como mis neuronas imaginativas y olvidadizas se empeñaron en hacerme creer) si alguna vez iba a una sesión de maquillaje en MAC y mira tu por dónde el destino, la casualidad y la buena suerte se reunieron ayer todas juntitas en Mango y Lorena estaba allí, frente a mí y me iba a maquillar.
Mientras me maquillaba comentamos sobre pinceles y bases de maquillaje. El maquillaje era sencillo. No era una sesión como las que se dan por cita previa en el stand, en las que te aplican base, corrector, polvos y tu decides qué tipo de maquillaje quieres. Este era más bien un maquillaje para salir a la calle y verte guapa, y así fue como me vi. Los ojos en cobrizo con un suave delineado en negro, los pómulos con un anaranjado subido y los labios con un leve toque de marrón con brillo. Lo que más me sorprendió y espero que podáis apreciarlo en las fotos es la piel. Me aplicaron polvos compactos (no sé cuales
) y la piel se convirtió en un lienzo suave, con tacto sedoso y aspecto empolvado pero sin artificialidades. Cuando acabó nos dio una tarjetita para pedir cita y solicitar un maquillaje más completo y no dudéis que lo haré, pues la experiencia vale la pena. Os dejo el testimonio gráfico (a falta del “cómo se hizo” que lo inmortalizó María con un aparatito llamado teléfono móvil )Maquillada, compuesta y sin marido, encaminé mis pasos hacia el mundo exterior que, ajeno a la música Club, los cócteles, los globos y las lentejuelas (que algunas había) seguía su frenética rutina de Jueves noche. Al llegar a casa volví a mi rutina no sin antes inmortalizar el maquillaje que llevaba, pero al acostarme, en el silencio de la noche, la música seguía resonando en mi y las sensaciones de exclusividad y glamour volvían a mi mente.