Revista Ciencia
El glaucoma es la segunda causa de ceguera del mundo occidental después de las cataratas y se la conoce como la “ceguera silenciosa”, pues en su estado habitual no causa molestias hasta que su evolución es muy avanzada y sus efectos se hacen evidentes para el paciente, por ello es tan importante detectarlo a tiempo.
La pérdida visual ocasionada ya no es recuperable, por lo que los actuales tratamientos están enfocados a controlar y estabilizar su evolución.
Se trata de una patología que provoca un daño progresivo en el nervio óptico, la parte del ojo que envía las imágenes al cerebro.
Como consecuencia, el campo visual va disminuyendo de forma gradual y puede llegar a provocar ceguera, si no se trata a tiempo.
El factor de riesgo más importante identificado hasta ahora para el desarrollo del glaucoma es la presión intraocular, de ahí la importancia de la medición de la misma y de los diferentes parámetros que pueden modificarla.
Se habla de hipertensión ocular cuando únicamente la presión intraocular está elevada
Este parámetro está determinado por la velocidad de producción del líquido de la parte anterior del ojo, el humor acuoso, que nutre y oxigena la córnea y el cristalino, y por dificultad en su drenaje.
Cuando se produce un desequilibrio entre la producción y la eliminiación del humor acuoso, se produce un incremento de la presión en el interior del ojo.
La mayoría de las veces se debe a un defecto en la salida o drenaje del humor acuoso.
Hay gran variedad de tipos de glaucoma, aunque en términos generales se puede clasificar según su origen (primario o secundario) y según la amplitud angular (ángulo abierto o ángulo cerrado).
Factores de riesgo
Dado que la mayoría de los afectados de glaucoma no suelen tener síntomas hasta entrar en fases avanzadas de la enfermedad, y teniendo en cuenta la irreversibilidad de los daños, es de vital importancia diagnosticar la enfermedad en su fase más incipiente.
Por ello son fundamentales las visitas periódicas al oftalmólogo, en especial cuando existan factores de riesgo como ser mayor de 40 años, tener antecedentes familiares, miopía, diabetes, hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares, entre otros.
Además, un estudio genético permite valorar el riesgo relativo de padecer esta patología.
El objetivo de este estudio preventivo es tomar medidas preventivas personalizadas lo antes posible. El estudio se lleva a cabo de forma sencilla, tomando una muestra de la mucosa bucal, por cepillado con una torunda de algodón, que no causando ninguna molestia.
Tratamiento
La mayoría de tratamientos van más encaminados a aumentar la eliminación del líquido de la cámara anterior del ojo, el humor acuoso, y en algunos casos está indicado disminuir la producción.
Esto se logra mediante distintitos tratamientos. Los farmacológicos implican el la aplicación de colirios de una a tres veces al día. En casos muy concretos pueden administrarse comprimidos.
También existe la opción de hacer un tratamiento con láser, de carácter ambulatorio. Hay tres modalidades. La iridotomía láser, habitualmente de carácter preventivo. Muy eficaz en el ataque agudo de Glaucoma. La Trabeculoplastia láser, apta para tratar glaucomas de ángulo abierto según su fase evolutiva y la edad del paciente. Y, finalmente, la ciclofotocoagulación transescleral diodo, enfocada a tratar directamente los procesos ciliares, productores de humor acuoso.
Existe una tercera opción quirúrgica. Las dos técnicas más comunes son la Trabeculectomía y la Esclerectomía no perforante.
Como tercera opción se puede recurrir a los implantes de válvulas. Todas estas técnicas favorecen la filtración del humor acuoso para disminuir la presión intraocular.
El buen cumplimiento del tratamiento es indispensable para un buen control de la enfermedad y que un diagnóstico precoz de la enfermedad es el mejor aliado para poder controlar su evolución ya que la pérdida visual ocasionada ya no será recuperable.
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