Haciendo bueno el refrán de que no hay mal que por bien no venga, el coronavirus nos va a traer una esperada y necesaria «Globalización 2.0».
No será el fin de la globalización, como algunos reclaman y proclaman, porque sería absurdo y además es imposible, pero sí una globalización más equilibrada, en todos los ámbitos de nuestra vida y nuestra economía:
- La industria, con una dependencia menor de China, al menos en algunos ámbitos.
- El turismo, con un frenazo a la expansión acelerada de los viajes, sobre todo los transoceánicos, pero también los de corta estancia.
- En la agricultura. con un fomento de la compra local.
- En el comercio, alcanzando un reequilibrio entre el eCommerce y el comercio físico, pero no en una estrategia de confrontamiento sino de integración.
Ese cambio no se realizará solo por las condiciones de vida que exige el coronavirus, sino porque lo exige el planeta.
No tiene sentido que todo lo compremos en China, y de allí nos lo hagamos traer todo. No tiene sentido que cojamos un avión para pasar un fin de semana a kilómetros de distancia. No tiene sentido que comamos naranjas de Sudáfrica. Y muchos más ejemplos de lo que hacemos en nuestra vida cotidiana.
Creo que es un momento clave para la humanidad. Si no lo hacemos acabaremos con nuestro planeta y en definitiva con nuetra propia especie.
Los empresarios somos los primeros que nos hemos de poner las pilas y empezar a actuar de verdad dentro de una estrategia circular, buscando eliminar o al menos reducir al máximo nuestra huella de carbono. Pero hemos de tener el apoyo de los consumidores y de las administraciones. Creo que ahora, por fin, todos estamos de acuerdo. Y sí: podemos.
¡Bienvenida la globalización 2.0!