Revista Cultura y Ocio
Ricky y Gloria, propietarios de una pequeña editorial, se están preparando para la cena que, en su casa, ofrecen al anónimo inversor que viene a resolver sus graves problemas de liquidez. Vendrá también a la cena Silvia, amiga de la familia y esposa de Coponius, que era el millonario que financiaba este proyecto hasta que ha emprendido los trámites de divorcio con su infiel esposa. Antes, toca a la puerta el camarero italiano que ha sido contratado eventualmente para servir la cena y atender a los invitados.Ya tenemos en escena a los cinco personajes que componen la comedia Gloria, en la que el barcelonés Eduardo Mendoza vuelve a mostrar su agradable sentido del humor y su habilidad para manejar tramas que, en otras manos, resultarían punto menos que inverosímiles: pistolas que pasan de bolsos a cajones, inyecciones que acaban depositadas en bandejas de croquetas, fantasías sexuales que explotan en los momentos más inesperados, agendas cuya lectura revela datos asombrosos… Pero es que por debajo de todo ese cúmulo de sonrisas y situaciones delirantes parpadea algo más: un análisis riguroso del ser humano, sometido a los zarandeos de la traición, la resignación o la vileza.Quienes consideran la literatura un ejercicio de solemnidad, sin vacilaciones le pondrán a Gloria la etiqueta de “obra menor”. Quienes la entendemos como un espacio para el disfrute y la alegría de vivir le ponemos la etiqueta de “una obra de Eduardo Mendoza”. Y eso equivale, como diría Miguel Espinosa, al “más alto valor que vale”.