¡Gloria al váter!

Han leído bien. Efectivamente hoy, diecinueve de noviembre, es el día mundial del váter, el World Toilet Day de los británicos. De todos es conocida la importancia del saneamiento, que tantas vidas humanas salva. No en vano, el Brithis Medical Journal declaró que el saneamiento –el váter- es el mejor avance médico desde 1840.

No somos nadie, sin váter. El papa no es nadie sin váter. El rey Juan Carlos I no es nadie sin váter. Zapatero, nadie sin váter. Rajoy, a la vista está que usa muchísimo la taza o, al menos, la caga sobremanera. Rosa Aguilar no caga bien, se le nota. El váter, en fin, salva nuestras vidas, las exime y libra de tóxicas toxinas –valga la defecancia-, las reactiva e impulsa al trabajo que nos hace libres y nos da de comer y hace que caguemos a modo, ad maiorem Dei aut diaboli gloriam.

Así pues, honremos en este su día al ínclito váter: ¿dispondremos guirnaldas de flores encima de nuestras tazas de sentar? No, porque entonces nos pincharíamos las asentaderas. ¿Sahumaremos con inciensos nuestro querido y doméstico váter? ¿Le encargaremos misas gregorianas?

Nada de esto.

La mejor forma de honrar a nuestro váter es sentándonos en él y procediendo, si procede.

¡Larga vida al váter! ¡A la gloria del gran váter, el universo!

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