Revista Cine
Director: Sebastián Lelio
Me invitaron a ver "Gloria Bell" y uno encantado de aceptar, especialmente cuando no se tiene dinero. "Gloria Bell" es la reimaginación que Lelio y Julianne Moore hicieron de "Gloria", la película que comenzó a ponerlo en el mapa. Ya conocen la historia: Gloria es una mujer que debe tener cincuenta años, cerca de los sesenta quizás, divorciada, con dos hijos ya adultos, que no tiene en sus planes recluirse en su casa a ser una buena abuelita, que no planea abandonar su vitalidad y sus deseos de disfrutar la vida, la cual comienza a cambiar un poco cuando conoce a John Turturro, otro divorciado "maduro" con el que inicia una relación, luminosa e idílica al inicio, pero progresivamente complicada. A decir verdad no es necesario extenderse mucho sobre "Gloria Bell", una película bella, encantadora y necesariamente amarga, o agridulce, protagonizada por una espléndida Julianne Moore. Acaso uno de sus mensajes más potentes (si es que es necesario buscar mensajes específicos dentro de un conjunto, de una experiencia total) sea que la felicidad, o lo que se le acerque o asemeje, no depende de una tercera persona sino que de uno como individuo, o que la felicidad no es todo sonrisas, o que hay vida más allá de las convenciones sociales, o qué sé yo (estoy puro inventando, se me hace tan innecesario interpretar a veces), pero es imposible no empatizar con los personajes o advertir espejos de realidad en las imágenes de Lelio. Como digo, una película deliciosa, con un Lelio formal y narrativamente más pulido o depurado (la prefiero a la versión original), en donde su principal motor es la protagonista, o mejor dicho, la humanidad, frágil y delicada e inmensamente fuerte, de ella, y del resto de personajes, que viene y va, alternativamente, entre ilusiones y desengaños, entre silencios y canciones, entre tropiezos y bailes, porque la vida es un carnaval y las penas se van cantando o bailando, ¿o no?Lelio sigue subiendo la vara. Totalmente recomendable. Imperdible, para qué andar con medias tintas. A verla, a verla, vamos...